EL MOMENTO PRESENTE
El tiempo es el espacio interno. Analiza tu mente y verás que siempre te estás moviendo desde el pasado al futuro, desde el futuro al pasado. O bien, te vas hacia recuerdos del pasado o te desplazas a deseos en el futuro. Cuando te vas desde el pasado al futuro o desde el futuro al pasado, solamente entonces empleas el momento presente, pero sólo como un medio. El presente, para la mente, no es nada más que la línea divisoria entre pasado y futuro. Para la mente el presente no es realmente existencial. Solamente es una línea divisoria desde la que puedes desplazarte al pasado o al futuro. La mente nunca está en el presente porque es incapaz de ir al presente.
Compréndelo: eres incapaz de moverte en el presente. En el presente no existe el tiempo. El presente siempre es un único instante. Nunca estás en dos momentos al mismo tiempo. Solamente vives un instante. No puedes ir de A a B porque solamente existe A. No hay B.
Entiende esa cualidad del tiempo en el presente: siempre vives un solo instante. Tanto si eres un mendigo como si eres un emperador, da igual. Tu depósito temporal es el mismo, solamente de instante a instante, y no puedes moverte en él. No hay lugar dónde moverse y la mente existe únicamente si hay movimiento. Por eso la mente nunca emplea el presente, no puede emplearlo.
Retrocede al pasado. Allí hay muchos lugares a los que puede ir. Existe un gran depósito de recuerdos: todo tu pasado está ahí. O también puede irse al futuro. Puedes imaginártelo porque el futuro es, básicamente, tan sólo el pasado proyectado. Has vivido, has experimentado muchas cosas. Las deseas otra vez o deseas evitarlas: ése es tu futuro. Amaste a alguien: fue hermoso. Entonces deseas que se repita, por eso proyectas en el futuro tu deseo de que se repita.
Estuviste enfermo, sufriste y deseas evitarlo en el futuro, por eso proyectas no enfermar de nuevo. De modo que, tu futuro es tan sólo un pasado que has proyectado y así puedes moverte en el futuro. Pero la mente no se encuentra satisfecha con el futuro que pertenece a esta vida. Proyecta cielos, proyecta vidas futuras. No está satisfecha con un pequeño futuro, así que la mente crea tiempo más allá de la muerte. El pasado y el futuro son vastos territorios; puedes moverte con facilidad en ellos. Con el presente no te puedes mover. La ausencia de movimiento implica estar en el presente. Esa es la segunda dimensión de la quietud. Si puedes permanecer en este instante, tan sólo aquí y ahora, estarás quieto. No puedes estar de ninguna otra forma. No existe ninguna otra posibilidad más que estar quieto.
Vive en el ahora, y el movimiento se detendrá porque la mente se detendrá. No pienses en el pasado y no proyectes en el futuro. Esto que se te está dando es todo lo que tienes. Permanece en ello, conténtate en ello. Este mismo instante es el único tiempo verdaderamente existencial; no hay nada más. El pasado es solamente una memoria. Está solamente en tu mente, es polvo acumulado, experiencias acumuladas. No hay pasado en la existencia, no hay futuro en la existencia. La existencia es el presente.
Si el hombre no estuviera en esta Tierra no habría ni pasado ni futuro. Las flores florecerían, desde luego, pero en el presente. El Sol saldría, pero en el presente. La Tierra no sabría nada del pasado ni soñaría nada en el futuro. No habría ni pasado ni futuro. El pasado está en la mente, en la memoria y debido a este recuerdo es proyectado al futuro. Por eso, generalmente dividimos al tiempo en tres partes: pasado, presente y futuro, pero en realidad el pasado y el futuro no son una parte del tiempo. Son parte de la mente, no partes del tiempo. El tiempo posee una única división, si es que puedes llamarla división, y es la del presente.
El tiempo es siempre presente. Esas tres divisiones no son divisiones del tiempo. El pasado y el futuro pertenecen a la mente, no al tiempo. Al tiempo solamente le pertenece el presente. Pero entonces es difícil llamarlo presente porque, lingüísticamente, para nosotros el presente es algo entre el pasado y el futuro. Se refiere al pasado, se refiere al futuro. Si no hubiera pasado ni futuro entonces la palabra “presente” perdería todo significado.
Meister Eckhart dijo que no hay tiempo, solamente el eterno “ahora”. Existe un “ahora” eterno y un infinito “aquí”. Cuando digo “allí” solamente lo digo en referencia al sitio en que estamos, sino, solamente habría “aquí”. Si yo no estuviera aquí, ¿qué lugar sería el “aquí” y qué lugar sería el “allí”? En referencia a mí mismo, llamo al lugar más cercano “aquí”, y al que no está cercano lo llamó “allí”. ¿Dónde acaba el “aquí” y dónde comienza el “allí”? No podemos delimitarlo. En realidad todo es un “aquí”, un “aquí” infinito.
Es debido a la mente que dividimos el tiempo. Entonces, todo lo que hemos vivido se convierte en el pasado y todo lo que esperamos vivir se convierte en el futuro y aquello que está transcurriendo se convierte en el presente.
Pero no hay mente, solamente hay un infinito “ahora”, un eterno “ahora”. “Aquí, hora”, es la realidad. “Allí” y “después” son partes de la mente, no partes de la realidad.
El concebir la quietud desde una segunda dimensión significa hacer un esfuerzo para vivir momento a momento. Entonces estarás en quietud, estarás en silencio. No habrá agitación interior, ni movimiento, ni oscilaciones internas. Todo se habrá convertido en un remanso de profundo silencio.
¿Por qué esta mente se desplaza al pasado y al futuro? Buda le dio el nombre de “tanha” a “trishna”, el deseo. Buda dice que, debido a que has vivido algo, lo deseas de nuevo. Al desearlo, te vas al futuro. No desees y no habrá futuro. Es difícil, porque cuando la mente experimenta placer, anhela repetirlo y cuando la mente experimenta incomodidad no desea repetirla, desea evitarla. Por esto es natural que se cree el futuro y debido a este futuro nos perdemos el presente.
Me estás escuchando, puedes simplemente escucharme; entonces no tendrás mente. Será una escucha sin mente. Pero si estás escuchando y tratando de entender al mismo tiempo, te habrás ido al futuro. Si estás pensando en lo que se te está diciendo, te has perdido lo que se te ha dicho: te has ido al futuro. Y el presente es algo tan sutil y delicado y tan pequeño y tan atómico, que puedes perdértelo en un sólo instante. Un simple gesto, y te lo habrás perdido.
Si estás escuchando, simplemente escucha. No pienses en lo que se te está diciendo, no trates de descubrir el significado, porque no puedes hacer dos cosas en el presente; escuchar es suficiente. Y si estás solamente escuchando, estás en el presente y la misma escucha se convierte en meditación.
Mahavira ha dicho que si eres capaz de escuchar correctamente no necesitas practicar nada más. Siendo sólo un shravak, uno que escucha adecuadamente, lograrás todo lo que puede ser logrado. Simplemente siendo un shravak, uno que escucha correctamente, porque simplemente escuchar no es una simple escucha, es un gran fenómeno. Y una vez que conoces el secreto, puedes aplicarlo en cualquier situación. Comer se convertirá en meditación, caminar se convertirá en meditación, dormir será meditación. Cualquier cosa en la que estés en ese momento, sin irte al futuro, será meditación.
Pero desconocemos toda actividad en la que estamos en el presente. O empezamos a pensar en el pasado o empezamos a pensar en el futuro. Nos perdemos el presente continuamente. Eso implica que la Existencia se nos escapa siempre. Y esto se convierte en un proceso en cadena; luego se convierte en un hábito.
Una noche Mulla Nasrudin caminaba por una calle. La calle estaba solitaria y de repente se dio cuenta de que unos hombres a caballo, una especie de tropa se dirigía hacia él. Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes, que podían matarle. O que podían ser soldados del rey y que podían llevárselo para que prestara el servicio militar o cualquier otra cosa. Se asustó y cuando los caballos y el ruido que formaban se le acercaron, se puso a correr y entró en un cementerio y para poder esconderse se tumbó en una fosa abierta. Al ver a aquel hombre corriendo, los jinetes, que eran simples viajantes, se dieron cuenta de lo que había sucedido. Corrieron tras Mulla Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. El yacía con los ojos cerrados como si estuviera muerto. “¿Qué te sucede? ¿Por qué te has asustado tanto de repente? ¿Qué pasa?”
Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo. Abrió sus ojos y dijo, “Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme porqué estoy aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía”.
Es un círculo vicioso. Si tienes deseos, te irás al futuro y esto creará un círculo vicioso. Cuando ese futuro se convierta en el presente, de nuevo te irás al futuro. Hoy pensaré en el mañana; esto se convertirá en un hábito. Y el mañana nunca llega. No puede llegar; es imposible. Cuando llega es de nuevo el hoy y he creado el hábito de irme siempre desde el hoy al mañana.
Por eso cuando el mañana llega, llega como el hoy y luego me voy de nuevo al mañana.
¡Es una cadena! Y cuanto más la elabores, más eficiente te volverás en completarla. Y el mañana nunca llega. Lo que llega siempre es el hoy, y con el hoy tú no tienes ninguna relación. Estableces un mecanismo: debido a que es hoy, te vas. Es un hábito muy fuerte, no solamente de esta vida, sino de muchas otras vidas. Uno tiene que acabar con él, tiene que salir de él. Hagas lo que hagas recuerda solamente una cosa: permanece en el presente mientras lo estés haciendo. Es difícil, arduo, y no vas a lograrlo de inmediato. Has de romper un hábito muy arraigado. Va a ser una dura lucha, pero inténtalo.
El esfuerzo mismo creará una distancia, y por el mismo esfuerzo vas a saborear, a veces, momentos del presente. Y una vez conozcas el sabor, estás en el camino.
P
ero no conoces el sabor del presente. No lo has probado nunca, nunca has vivido en él, ¡nunca!, te lo digo. Y está siempre aquí. Es la vida misma; es todo lo que hay en la vida.
Jesús dijo que estamos simplemente muertos, ¡sin vida! Un día pasaba junto a un pescador justo a la salida del sol. El pescador había lanzado sus redes al lago y Jesús puso la mano en su hombro y le dijo, “¿Vas a desperdiciar toda tu vida pescando? Puedo enseñarte algo mejor para pescar. Te haré un pescador de la vida”. El pescador miró a Jesús como si un imán le estuviera atrayendo, luego tiró su red y siguió a Jesús.
Cuando acababan de salir del pueblo uno se les acercó corriendo y le dijo al pescador, “Tu padre ha muerto. Acaba de morir, así que vuelve a casa. ¿A dónde vas?”
El pescador pidió permiso; le dijo a Jesús, “Déjame que vaya a casa. Volveré pronto. Tengo que enterrar a mi difunto padre”.
Jesús le dijo, “Deja que los muertos entierren a los muertos. No tienes porqué ir; sígueme. Hay muchos cadáveres en el pueblo. Ellos enterrarán al difunto”.
Para Jesús, estamos muertos porque nunca hemos saboreado la vida, nunca hemos saboreado el presente, lo existencial. Vivimos en el muerto pasado y seguimos proyectando este pasado ya muerto en el futuro. Esto es a lo que Shankara denomina maya, ilusión. Shankara ha sido muy mal entendido. Cuando Shankara dice que el mundo entero es una ilusión, quiere decir que el “mundo del hombre” es una ilusión, no el mundo en sí.
No sabemos nada del mundo. Hemos creado nuestro propio mundo mental. Todo el mundo tiene su propio mundo, este mundo de pasado y de futuro, este mundo de recuerdos y de deseos. Este mundo es falso, ilusorio. Por eso cuando Shankara dice que este mundo es falso, se refiere a “tu mundo”, no al mundo. Y cuando “tu mundo” deje de existir, conocerás al verdadero mundo. Y Shankara dice que éste es el Brahmán, que ésa es la Verdad, la Verdad absoluta.
Es como si estuviéramos viviendo en un mundo de sueños, cada uno estando rodeado de sus propios sueños, de una nube de sueños. Todo el mundo va envuelto en sus propios sueños. Y debido a esos sueños no podemos ver lo que es verdadero, lo que es real. Lo real está escondido tras nuestros sueños.
Esta mente soñadora es la mente inquieta; la mente no soñadora es la mente quieta. Pero los deseos crean sueños. Sueñas por la noche porque deseas durante el día. Si no desearas durante el día no soñarías por las noches.
Un Buda no sueña, porque los sueños son deseos y los deseos son sueños.
Cuando surgen durante el día los llamas deseos; cuando aparecen por la noche, los llamas sueños. Pero todo deseo es sueño. ¿Por qué? Porque todo deseo radica en el futuro, el cual no existe. Todo deseo es un deseo futuro que no existe. ¡El futuro no existe!
Y seguimos soñando. Debemos acabar con este soñar. Este soñar es un movimiento, un movimiento continuo. Estás repleto de sueños, sueños destruidos, acabados, que son de nuevo recreados. Cada día hemos de tirar los viejos y crear unos nuevos.
En cualquier momento, en cualquier actividad, trata de estar aquí y ahora.
El esfuerzo mismo es una barrera, pero se ha de empezar con algo. Al principio tendrás que hacer un esfuerzo. Aún el esfuerzo es una barrera porque el esfuerzo te lanza al futuro. Pero al principio uno ha de esforzarse, luego en un segundo nivel uno ha de hacer un “esfuerzo sin esfuerzo”, y luego, en el tercer nivel, el esfuerzo desaparece y estás en el presente.
Caminas por la calle: trata simplemente de caminar, no hagas nada más. Parece simple, pero no lo es. Parece que todos lo hacemos, ¡no es así! Cuando caminas, tu mente está haciendo mil cosas más. Acompaña cada paso. Simplemente camina…
Osho
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