Meditación Vipassana (Osho)
VIPASSANA
Hay cientos de métodos de meditación pero quizás el vipasana tiene un
status único, del mismo modo que ha habido miles de místicos; pero Gautama el
Buda es una singularidad en sí mismo. Es incomparable; de muchas formas ha
hecho más por la Humanidad que ningún otro. De muchas maneras su búsqueda de la
verdad fue más sincera, más auténtica que la de ningún otro.
Esta es la meditación a través de la cual Gautama el Buda
se Iluminó. La misma palabra, vipasana, en pali, la lengua en la cual
Gautama el Buda habló... El sentido -el sentido literal- de la palabra es
«mirar» y el sentido metafórico es «ver», «observar».
Gautama el Buda escogió una meditación que puede ser
llamada la meditación esencial. Todas las demás meditaciones son diferentes
formas de observación, pero «el observar» está presente en toda clase de
meditación como una parte esencial; no puede ser omitido. Buda ha suprimido
todo lo demás y se ha quedado sólo con la parte esencial: el observar.
Hay tres pasos en la observación.
Buda es un pensador muy científico. Empieza con el cuerpo,
porque es lo más fácil de observar. Es fácil observar mi mano moverse, mi mano
alzarse. Puedo observarme a mí mismo paseando por la calle, puedo observar cada
paso mientras camino. Puedo observar cuando yo estoy comiendo. O sea, que el
primer paso en el vipasana es observar los actos del cuerpo, que es el
paso más sencillo. Cualquier método científico empezará siempre por lo más
simple.
Mientras se observa el cuerpo te asombrarás con nuevas
experiencias. Cuando mueves la mano observando, estando alerta,
conscientemente, notarás una cierta gracia y un cierto silencio en esa mano.
Puedes hacer los movimientos sin observar; será más rápido, pero perderá la
gracia.
Buda acostumbraba a pasear tan despacio que muchas veces le
preguntaban porqué andaba tan lentamente. El decía, «Es parte de mi meditación.
Siempre caminar como si estuvieras adentrándote en un río de agua fría en
invierno... despacio, alerta, porque el agua del río está muy fría; alerta
porque la corriente es muy fuerte; observando cada uno de los pasos porque
puedes resbalar con las piedras del río».
El método es siempre el mismo, sólo el objeto cambia con
cada paso. El segundo paso es observar la mente. Ahora puedes moverte en un
mundo más sutil: observa tus pensamientos. Si has sido capaz y has logrado
observar el cuerpo no va a haber ninguna dificultad.
Los pensamientos son ondas sutiles, ondas electrónicas,
ondas de radio, pero son tan materiales como tu cuerpo. No son visibles, como
tampoco el aire es visible, pero el aire es tan material como las piedras; así
también son tus pensamientos, materiales pero invisibles.
Este es el segundo paso, el paso medio. Te estás moviendo
hacia la invisibilidad, pero todavía es material, observa tus pensamientos. La
única condición es: no juzgues. No juzgues, pues en el momento en que empieces
a hacer juicios te olvidarás de observar.
No hay antagonismo en contra del hacer juicios. La razón
por la que está prohibido es porque en el momento en que empiezas a juzgar -
«éste es un pensamiento bueno»- todo este espacio no lo estabas observando.
Empezaste a pensar, te involucraste. No pudiste mantenerte apartado, estando de
pie al lado de la carretera simplemente contemplando el tráfico.
No te conviertas en un participante, ya sea para adular, o
para valorar, o para condenar. No debes de adoptar ninguna actitud respecto a
lo que está pasando en tu mente.
Deberías observar los pensamientos como si fuesen nubes
pasando por el cielo. No haces ningún juicio sobre ellas, «Esta nube negra es
muy mala, esta nube blanca parece un sabio». Las nubes son nubes, no son ni
malas ni buenas. Así son los pensamientos, sólo una pequeña onda pasando a
través de tu mente.
Observa sin enjuiciar y te encontrarás con una gran
sorpresa. A medida que tu observación se va asentando, los pensamientos vendrán
en menor número. La proporción es exactamente la misma: si estás al cincuenta
por ciento de tu capacidad de observación, el cincuenta por ciento de tus
pensamientos desaparecerá. Si estás el sesenta por ciento , entonces sólo el
cuarenta por ciento de tus pensamientos estará ahí. Cuando eres el noventa y
nueve por ciento, puro observador, sólo de vez en cuando habrá un pensamiento
solitario, un uno por ciento, pasando por la carretera. El tráfico habrá
desaparecido. Esa hora punta de tráfico ya no estará.
Cuando estés al cien por cien, sin enjuiciar y siendo sólo
un observador; querrá decir que te has convertido en un espejo, porque un
espejo nunca juzga. Si una mujer fea se mira en él, el espejo no hace ningún
juicio. Si una mujer hermosa se mira en él, para el espejo no hay diferencia.
Si nadie se mira en él, el espejo es tan puro como cuando alguien se refleja en
él. No lo mueve ni el reflejo ni el no-reflejo. El observar se convierte en un espejo.
Este es uno de los grandes logros de la meditación. Has
recorrido la mitad del camino y esa es la parte más dura. Ahora sabes el
secreto y el mismo secreto debe ser aplicado a diferentes objetos. De los
pensamientos debes moverte a experiencias más sutiles: emociones, sentimientos,
estados de ánimo; de la mente al corazón, con la misma condición: sin juzgar,
sólo observando. Y la sorpresa será que la mayoría de las emociones,
sentimientos y estados de ánimo te poseen...
Cuando estás triste, estás poseído por la tristeza. Cuando
estás enfadado, no es algo parcial. Te llenas de furia; cada fibra de tu ser
está palpitando con furia.
Mirando el corazón, la experiencia será que ahora nada te
posee. La tristeza viene y se va, tú no te pones triste. La felicidad viene y
se va, tú no te vuelves feliz tampoco. Todo aquello que se mueve en las
profundas capas de tu corazón no te afecta a ti para nada. Por primera vez
empiezas a probar algo de lo que es ser un Maestro. Ya no eres más un esclavo
al cual se puede empujar y tirar de aquí y de allá, al que cualquier emoción y
cualquier sentimiento, al que cualquiera puede molestar por cualquier
trivialidad.
Cuando te conviertes en un observador del tercer paso, te
convertirás por primera vez en un Maestro: nada te molesta, nada se apodera de
ti; todo quedará lejos, muy abajo, y tú estarás en la cúspide de la montaña.
Estos son los tres pasos del vipasana. Estos tres
pasos te llevan a la puerta del templo, que está abierta.
Cuando te has convertido en un perfecto observador de tu
cuerpo, de tu mente y de tu corazón, entonces ya no puedes hacer nada más;
entonces debes esperar.
Cuando la perfección es completa en estos tres pasos, el
cuarto paso sucede por sí solo como recompensa. Es un salto cuántico del
corazón al ser, al centro mismo de tu existencia. Tú no puedes hacerlo; sucede.
Has de acordarte de esto.
No intentes darlo, porque si intentas dar este paso, ten
por seguro que fracasarás. Es un suceso. Tú preparas tres pasos, el cuarto paso
es una recompensa de la existencia misma; es un salto cuántico. De repente, tu
fuerza vital, tu observación, entra en el centro mismo de tu ser. Has llegado a
casa.
Puedes llamarlo Autorrealización, puedes llamarlo
Iluminación, puedes llamarlo Ultima Liberación, pero no hay nada más allá de
esto. Has llegado al final de la búsqueda; y has encontrado la verdad misma de
la Existencia y el gran éxtasis que trae como sombra alrededor de sí.
Meditación no es trabajo.
Meditación es puro éxtasis.
A medida que vas más hacia adentro, te encuentras con
espacios más y más hermosos, puntos más y más luminosos. Son tu tesoro.
Silencios más y más profundos que no son solamente la ausencia del ruido, sino
la presencia de una canción sin sonido: musical, viva y danzarina.
Cuando llegas al último punto de tu ser, al centro del
ciclón, has encontrado a Dios; no como una persona, sino como luz, como conciencia,
como verdad, como belleza, como todo lo que el hombre ha estado soñando durante
siglos. Y estos tesoros soñados están escondidos en su interior.
No es una práctica problemática, tortuosa, ascética; es muy
agradable, musical, poética y se convierte más y más, en una pura alegría. No
es trabajo, es oración, la única oración que conozco.
Para mí, oración significa que has alcanzado tu ser, que
sientes una tremenda gratitud hacia la existencia. Esa gratitud es la única y
auténtica oración; todas las demás oraciones son ficticias, falsas, pseudo,
fabricadas. Esta gratitud emergerá de tu interior como una fragancia saliendo
de las rosas.
Osho: El Rebelde, 9 de
Junio de 1987, por la mañana
No hay comentarios:
Publicar un comentario