martes, 31 de julio de 2012

 CONOCETE A TI MISMO CON AYAHUASCA O YAGE


Lo fundamental de las experiencias con Ayahuasca, es que nuestra conciencia, adquiere mayor conciencia. Este despertar de nuestra conciencia, se produce con el tradicional diálogo interior; con la consulta de todas nuestras preocupaciones con el maestro interior.

Esta práctica extática, fue adaptada a la novedosa práctica filosófica (el método de la mayéutica) por Sócrates hace ya 25 siglos. 

El “Conócete a ti mismo” que recomendaba Sócrates, fue una expresión tomada del oráculo de Delfos. Así mismo la filosofía de Sócrates fue una manifestación del trance místico que se vive plenamente con enteógenos, en nuestro caso con ayahuasca. Así, las experiencias extáticas, son fuente de conocimientos para todas nuestras actividades. 

 AYAHUSCA PLANTA MAESTRA

Hoy existe consenso, con respecto a considerar a las llamadas plantas enteógenas, como las auténticas u originarias reveladoras del concepto de dios, en su sentido profundamente esencial. Y este acuerdo se ha dado, no porque los entendidos en este asunto hallan teorizado y nada más que teorizado, sino por el contrario, porque la comunidad dedicada a la investigación

de estas substancias consideradas sagradas en distintas partes del mundo, en el presente y en el pasado, así lo han corroborado en sus propias experiencias, es decir, lo han vivido interna y extáticamente.
Hemos constatado en carne propia, el vivenciar una verdadera experiencia mística, en su sentido más intenso y real, y no como ligera, aparente o superficial sensación. El éxtasis místico, se entiende, es aquella plena unión entre nuestra “alma” y lo que se puede intuir como Dios, de la que sólo podemos dar incompletas explicaciones, dado el inefable, inexplicable e incomunicable carácter de este asunto.

A partir de esta vivencia de conciencia cósmica, sanadora, revitalizadora y ampliadora de nuestra conciencia, nos permitimos interpretar al viejo y clásico filósofo Sócrates, como una muestra de lo que se puede lograr, alimentados en nuestro caso por la “Planta Maestra” Ayahuasca.

 SOCRATES

Uno de los méritos que se le reconoce a Sócrates, es haber sentado las bases para el desarrollo de una ciencia o disciplina filosófica que se dedicara a la reflexión sobre la moral, sobre la virtud, sobre el cómo ser un ciudadano bueno verdadera y universalmente. A diferencia de esta propuesta discursiva o teórica de Sócrates, la práctica de beber Ayahuasca nos permite desarrollar de manera concreta, esta plena realización moral en la vida, este pleno desarrollo de nuestras virtudes. 

Los historiadores de la filosofía, describen a Sócrates como un excéntrico personaje de la ciudad de Atenas, quien andaba interrogando a todo aquel que se cruzara en su camino. Esta actitud de interrogar e interrogarse, esta actitud de búsqueda de verdades fundamentales, es también una actitud que brota espontáneamente durante el trance con ayahuasca y es la manifestación de un buen rasgo para desarrollar la conciencia. Precisamente las personas que nos han solicitado sesiones para conocer la experiencia profunda con la Ayahuasca, son personas buscadoras de respuestas esenciales. 

Sócrates, afirmaba tener la misión de enseñar a los hombres, el sentido que cada uno tenía en la vida; y la búsqueda de la verdad, la justicia y la bondad eran lo más importante para él. Sócrates decía escuchar a un geniecillo, a una “voz interior”, quien le advertía cada vez que estaba a punto de cometer el mal. Así, su diálogo se desarrollaba primero, internamente, consigo mismo, con la voz divina de su interior, y luego externamente, es decir, con las personas que lo rodeaban, o los que sometía a severo interrogatorio, para hacerles parir la verdad. 

LA MAYEUTICA
 
La “dialéctica” griega, era entendida como el arte de comparar opiniones opuestas, con el fin de descubrir la verdad. Sócrates consideraba que el diálogo o la conversación, permitía a los seres humanos, alcanzar la cumbre de su pensamiento. La metodología mayéutica, proceso interrogatorio que descubría contradicciones para definir conceptos, empleada por Sócrates, es lo que en el trance con Ayahuasca se ha denominado “dialoguismo mental”. 

Este dialogo mental, en el que nosotros mismos nos interrogamos y de nosotros mismos brota la respuesta, se denomina también, el diálogo o consulta con el “Maestro Interior”. El método Mayéutico de Sócrates, expresado como diálogo externo entre una y otra persona, quienes basados en su razón quieren alumbrar definiciones universales, es decir, verdades validas para todos los casos, ha sido inspirado en los trances místicos que solía experimentar el viejo Sócrates. Platón, alumno de Sócrates, cuenta que su maestro a veces pasaba días y noches, inmóvil, absorto en la meditación. Algo “demoníaco”, un instinto interior superior, cierta asistencia extraordinaria le revelaba luces sobre la virtud. 

El “TRANCE” o “DELIRIO EXTÁTICO” con Ayahuasca, además de poner de manifiesto la vibrante experiencia mística, pone también de manifiesto un estado extraordinario de conciencia despierta, “un despertar de la conciencia”, una salida del ego fuera de sus limitaciones ordinarias. Se trata de una reveladora capacidad para conocer, en el sentido más amplio o cósmico posible. El trance es un proceso mental que desemboca en un estado cognitivo alternativo, es un conjunto de procesos dialógicos internos.
La virtud de cualquier actividad, decía Sócrates, comienza por conocer su fin, su propósito; así también, la virtud del hombre comienza por el conocimiento del fin o propósito del hombre mismo; es decir, lo fundamental es el conocimiento de nuestra alma, nuestro yo interior espiritual. Esta sabiduría íntegra de nuestro ser esencial, se conquista a partir del trance, con Ayahuasca en nuestro caso. 

SOLO SE QUE NADA SE

 
Cuando a Sócrates le devolvían la pregunta, es decir, cuando el interrogador pasaba a ser interrogado, éste respondía diciendo “Sólo sé que nada sé”. Dando a entender que cada uno debía buscar la respuesta en su fuero interno. Su objetivo, era hacer reflexionar a aquellas personas, quienes presumían, quienes estaban convencidas de poseer alguna “verdad”. Sócrates, quería hacerles avanzar con respecto a sus cotidianos entendimientos de las cosas que son “comprensiones” aparentes y supuestas. 

El “Sólo sé que nada sé” que ha sido interpretado también como la ironía socrática, es al mismo tiempo, desde la perspectiva del trance con ayahuasca, el profundo reconocimiento de la inmensidad del absoluto. El éxtasis místico nos sorprende con su infinitud, eternidad e inefabilidad que no tenemos otra respuesta más sincera, que decir humilde y sencillamente “Sólo sé que nada sé”. El estado místico, es capaz de hacernos reconocer que somos parte de la naturaleza, y por lo tanto, hermanos, familiares de la totalidad. Con este nivel de conciencia, se desvanecen las soberbias y vanidades frívolas. 

Este “Sólo sé que nada sé”, se vive de manera intensa y crucial en el trance, cuando ante la abundante información que manifiesta nuestra conciencia, nos sentimos apabullados, nos sentimos pequeños, y surge un gran temor ante lo desconocido, ante lo divino, ante lo inefable. El proceso dialógico del delirio extático, nos conduce a esa sobrecogedora experiencia de sorprendernos y admirarnos ante la belleza, la verdad y la profundidad de la realidad completa. 

La mayéutica socrática, que según su propio mentor, luego del doloroso y nada divertido parto, ayudaba a las personas, a lograr un sólido conocimiento interior. La verdad se daba a luz, inclusive gritando, volando en fiebres, delirando e inclusive queriendo renunciar al camino de lograr alcanzar una verdad.
El interrogatorio socrático, era un verdadero torpedo que dejaba petrificado a quien le llegaba. En estos momentos de aprietos, de dificultades, de vergüenza ante la constatación de nuestra ignorancia, algunos reaccionaban rechazando el método y escapando para no continuar más sintiendo los dolores del parto de la verdad. Algunos decidían no querer continuar más con el proceso de dar a luz verdades, y preferían quedarse así como están, sumidos en completa ignorancia, que al fin y al cabo no producía dolores tan fuertes, como el de querer conocer la verdad. 

Esta actitud de cobardía, ante el esfuerzo de trabajar en función de verdades fundamentales, es común en el mundo enero. La mayoría de gente prefiere no problematizarse la vida con preguntas radicales, y prefiere más bien, seguir viviendo en un mundo de apariencias. Mucha gente renunció a este proyecto, y aun hasta hoy, mucha gente sigue renunciando a dejar atrás su frívola manera de vivir, su frívola manera de ver las cosas y su enajenada manera de entender la realidad. 

Así mismo, la experiencia de beber ayahuasca, es la experiencia de reconocernos profundamente, es decir, sin máscaras ni maquillajes. Es la experiencia de ponernos frente al espejo, y visualizarnos tal y como somos; con todos nuestros defectos y también con todas nuestras virtudes. Suele haber gente, que sólo quieren visualizar o pensar sus virtudes, mas no sus defectos o partes oscuras. Entonces, ante la cobardía de no querer reconocerse completamente, quieren cortar o suspender el proceso del trance con ayahuasca. 

El trance con Ayahuasca nos lleva a visitar y conocer a los dioses, y este reconocimiento, si bien es cierto, que resulta maravillosamente revelador a tal punto que es una verdadera INIACIACIÓN, es al mismo, un descenso a los más oscuros infiernos, para luego ascender al cielo. Esta experiencia intensa de iniciación, común en todas las tradiciones místico-esotéricas y religiosas, es lo que se vive y se siente como un verdadero RENACIMIENTO. 

Se trata de vivir la experiencia de la propia muerte, en la que tenemos que dar sepultura a toda nuestra manera equívoca de ver las cosas, a todas aquellas actitudes, hábitos negativos o viciosos, que nos estaban arrastrando. El significado y provecho de esta muerte simbólica, es un auténtico cambio de actitud para salir adelante y mejorar. La iniciación, no es una ceremonia externa en la que se condecora o se da un diploma a la persona; sino, es una vivencia mística interna, profunda y desgarradora. 

El proceso de regresión con Ayahuasca, es un re-vivenciar, es una intensa reviviscencia en carne propia, de bloqueos, miedos, fobias, situaciones perturbantes que hayamos vivido en algún momento de nuestras vidas y que nos acondicionaron a ser limitados e inseguros. Se trata de vivir un proceso profundo en la que se desatan esos nudos implantados en nuestro subconsciente. Esta es una experiencia sin barreras, fuera de toda lógica racional o esquema, que se prolonga más allá de los límites de la conciencia cotidiana. Es el ingreso a los rincones más ocultos de nuestro infinito pensamiento, que demanda coraje y sensatez.
La sabiduría, decía Sócrates, es conocerse a sí mismo, es conocer nuestra alma, es saber lo que es ser justo. “Sólo quien sabe lo que es la justicia, puede ser justo”, “sólo quien conoce el bien, puede hacer el bien”. Hacer lo correcto es vincular saber y hacer, pensar y obrar. Y quien actúa mal, lo hace por ignorancia, quien comete vicios y errores, lo hace porque no conoce el bien, es decir, no se conoce profundamente así mismo. 

CONOCETE A TI MISMO

Es la divisa del oráculo de Delfos, que Sócrates asume en sus discusiones mayéuticas que buscan la verdad universal. 

¿En qué consiste el proceso de desarrollo y evolución personal que promueve la práctica de beber la Ayahuasca? 

Precisamente en el descubrimiento del sentido que tiene nuestra vida; precisamente en la consolidación de llevar nuestra vida plenamente, basados en un conocimiento profundo de la vida y de nosotros mismos. Esta sabiduría, no es aprenderse de memoria lo que dice una enciclopedia o un manual para la vida, sino, consiste en un despertar de la conciencia, consiste en una ampliación de nuestro entendimiento; consiste en un “darse cuenta” de nuestra limitaciones y consiste también en el avisoramiento de un cambio de perspectiva, y una voluntad renovada, revitalizada para realizar esa existencia plena de sentido y satisfacción. No en el cielo, sino a aquí en la tierra con los nuestros y reconciliados con la totalidad, con la sociedad y la naturaleza en su conjunto. 

La máxima bondad del trance extático con Ayahuasca, es este extraordinario despertar de la conciencia, es este comprender y superar limitaciones, desde uno mismo, desde lo más profundo y esencial de uno mismo, que es precisamente nuestra constitución y fundición con la totalidad. 

Son aquellos prejuicios, ideas incompletas, errores, dogmas, tabúes, etc. que bloquean nuestro desarrollo personal, los que son barridos por el despertar de la conciencia que produce la Ayahuasca. Esta purga o limpieza, no es sólo física u orgánica, sino también, y sobre todo, es una limpieza del alma o auto-psico-terápia que nos devuelve la salud mental-espiritual. Luego de esta limpieza íntegra, el camino está abierto para mejores condiciones de vida física y psicológica. 

Sócrates afirmaba la existencia de una razón universal equivalente a Dios, como principio que rige el mundo. La moral consistía en poseer una sabiduría que descubriera y reconociera al principio espiritual humano, que es nuestra alma; el alma de cada uno de nosotros. Y para lograr este propósito importante en la vida, debíamos empezar por el conocimiento de nosotros mismos. 

Lo que la Ayahuasca permite realizar, es un hecho comprobado por millares de personas, quienes han experimentado en carne propia, sus experiencias de sanación y ampliación de la conciencia. El hacer una interpretación de la filosofía de Sócrates a la luz de las experiencias extáticas con enteógenos, tiene su fundamento, en el hecho que en diversas partes del mundo, desde la antigüedad, el culto a las plantas enteógenas ha sido la base para generar cultura y conocimiento. 

El mundo griego no fue ajeno a estas prácticas extáticas con enteógenos. Los griegos usaron por ejemplo: vinos, cervezas, cáñamo y otras solanáceas (beleño, belladona, mandrágora) con fines ceremoniales y lúdicos, en ocasiones mediante sahumerios o inciensos. Los griegos empleaban también un extracto de hachís con vino y mirra para estimular reuniones privadas. 

Con las Bacantes, celebraciones que se realizaban cuatro veces al año, Atenas celebraba varios días de fiesta dionisíaca. Los Misterios de Eleusis fueron durante más de un milenio el símbolo espiritual de su cultura. En la iniciación los peregrinos recibían una pócima (el kikeón) compuesta por “harina y menta” y juraban guardar absoluto secreto sobre el detalle de la experiencia. Cicerón, uno de los iniciados, dejó dicho que “Los misterios nos dieron la vida, el alimento; enseñaron a las sociedades la costumbre y la ley, enseñaron a los humanos a vivir como humanos”. 

Cuando Querefonte, amigo y admirador de Sócrates, pregunta al Oráculo de Delfos ¿si hay algún hombre más sabio que Sócrates? El oráculo responde categóricamente, señalando que no, pues Sócrates es el más sabio. 

En esta anécdota, estamos hablando de verdades obtenidas de experiencias extáticas; y tengamos presente que la revelación de sabiduría, continua luego de las experiencias o trances, porque la persona va procesando y madurando su comprensión sobre lo percibido o experimentado en éxtasis. 

La Ayahuasca nos ha enseñado a conocernos a nosotros mismos; la Ayahuasca ha mejorado en gran medida nuestra forma de vivir y entender las cosas. La Ayahuasca nos integra a la totalidad y nos hace más dignos. Ahora, el propósito no es desarrollar un conocimiento sistemático filosófico o científico, sino más bien desarrollar una autentica manera de vivir con la que nos realicemos plenamente. 

No estamos afirmando que Sócrates haya enseñado a recogernos en nuestros éxtasis místicos, para lograr el pleno conocimiento moral y de uno mismo. Nada de eso, más bien estamos interpretando las ideas y actitudes socráticas como propias y parte del aprendizaje que podemos lograr en éxtasis. Este diálogo interior que estimula la reflexión y alumbra respuestas originales y prudentes, se vive de manera intensa y real en la experiencia con Ayahuasca. Obviamente la experiencia de delirio extático es muchísimo más rica e infinita que lo planteado a través de palabras en el presente artículo.

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