LA HIPOCRITA GUERRA CONTRA LA MARIHUANA DE OBAMA, EL PRESIDENTE QUE FUMABA GANJA GOLOSAMENTE
Relatos biográficos del joven Barack Obama lo
retratan como un verdadero goloso de la ganja, fumando tranquilamente en
las costas de Hawai; hoy Obama encabeza un encarnizada guerra contra la
marihuana que caza a cientos de miles de jóvenes que, como él antes,
solo quieren pasar un buen rato.
Barack Obama, más allá de sus timoratas
decisiones políticas y sus promesas incumplidas, sigue siendo uno de los
presidentes más cool de la historia de Estados Unidos. A los
cuestionamientos Obama responde con la simpatía y la ligereza, sonriendo
y repartiendo bromas. Obama como Clinton aceptó haber fumado marihuana;
a diferencia de este otro popular demócrata, “Barry”, como le decían
sus amigo de Hawai, sí aceptó haber inhalado el humo psicoactivo, y no
una sino muchas veces.
Un nuevo libro biográfico, escrito por David Maraniss,
pinta a Obama como un entusiasta de la marihuana, participando en toda
la parafernalia y lúdica idiosincracia que genera esta planta en la
juventud. Cuando Obama estudiaba la preparatoria en Hawai, la ganja
abundaba: Maui Wowie, Kauai Electric, Puna Bud, Kona Gold, y otras
variedades de pakalolo eran fáciles de conseguir.
El joven Barack incluso tenía una
pandilla, que se hacía llamar, Choom Gang, con la que se juntaba a fumar
porros y chacotear cerca de la playas paradisiacas de la Gran Isla.
Maraniss, acaso ensalzando la historia para un mayor dramatismo,
describe a Obama como un goloso empedernido, interceptando porros para
fumar extra tanques y participando en épicas”hot-boxes”. Contrariamente a
Clinton, quien de manera recatada y un tanto ridícula dijjo que en la
universidad fumó varias veces marihuana pero nunca inhaló, Obama incluso
desarrolló una especie de innovación entre su pandilla, fomentando lo
que llamó “TA” (siglas en inglés para absorción total). Si bien esto
podría ser un recuento exagerado de la juventud de Obama, el hoy
presidente de Estados Unidos ha escrito en distintas ocasiones sobre su
afición a la marihuana, e incluso una breve referencia a la cocaína, que
consumía “cuando podía pagarla”, en el libro Dreams from My Father.
Todo esto está muy bien y parece muy
divertido, pero recordemos que mientras Obama había dicho en campaña que
el tema de la legalización de la marihuana debía debatirse seriamente,
su administración consistentemente ha maniobrado en dirección opuesta.
Nunca en Estados Unidos han habido tantas personas arrestadas por
posesión de marihuana, más de 850 mil sólo en el 2010. Fumar una planta,
que Obama fumaba alegremente, llena las cárceles de personas que
cumplen duras condenas solamente por buscar ese entretenimiento que el
joven Barry y sus amigos encontraban impunemente en Hawai o hasta por
buscar tratar una enfermedad en estados que no consideran que el
cannabis tenga un uso medicinal.
Pese a que más del 50% de los
estadounidenses están ya a favor de legalizar el cannabis, Obama
mantiene un silencio sepulcral y evita tocar este sensible tema.
Seguramente el joven Barry de ojos rojo llenos de brisa se ha dado
cuenta que el negocio de las cárceles y de la venta misma de la
marihuana es demsiado jugoso, y es que ahora sus amigos ya no son los
alegres chicos del Choom Gang, sino los banqueros de Wall Street y los
grandes lobbys que controlan ese negocio clandestinamente.
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