jueves, 14 de febrero de 2013

EN EL AMOR NO CABEN LAS DEPENDENCIAS

                        // Foto: Especial
 

¿Cómo se vive el amor en pleno siglo XXI? Las mujeres pasan menos tiempo en casa para realizarse en el ámbito profesional, hay parejas que viven cada una en su hogar, otras más deciden no tener hijos y aún no termina el asombro ante la construcción de nuevas formas de relacionarnos gracias a las redes sociales. ¿Han cambiado estas variables la forma de relacionarnos?
Ciara Molina, psicóloga Cognitivo-Conductual especialista en gestión emocional, puntualiza a Ferriz.com.mx que el amor es libertad, confianza y entendimiento, parte del respeto mutuo y por tanto no entiende de roles sociales.

El hecho de que las mujeres salgan de sus hogares para realizarse profesionalmente nada tiene que ver con el replanteamiento de las relaciones amorosas, explica.

“Una mujer no deja de amar menos por querer tener una vida profesional próspera al margen de su relación sentimental, de la misma manera que un hombre no deja de amar menos por el hecho de comunicarse con otras personas en las redes sociales. Reducirlo todo a eso sería un sin sentido desde el punto de vista
emocional.

“Todas las personas necesitamos sentirnos realizadas para desarrollarnos y el hecho de elegir un camino u otro es algo muy subjetivo, eso nos hace únicos. En el amor no caben dependencias” enfatiza Molina, mención honorífica de la Primera Edición del Premio Psicofundación Jóvenes Psicólogos Emprendedores 2011 por su proyecto de psicóloga emocional.

De hecho, abunda, que la mujer se desarrolle profesionalmente es necesario porque rompe con roles de sumisión y aboga por relaciones sanas donde ambas partes se sientan satisfechas a nivel de pareja y a nivel individual.

“Una pareja que se asiente sobre el respeto y la realización mutua entenderá perfectamente este cambio de rol sin ningún problema, ambos forman parte de la columna familiar y por tanto deciden qué es lo mejor para su familia. En cambio una pareja que considere que una familia debe ser al estilo tradicional, mujer en casa con los hijos y el hombre trabajando fuera, está claro que no lo verán de la misma manera. No deja de ser una decisión personal, lo importante es que sea cuál sea la postura que se adopte, se haga de manera voluntaria y se respete la postura contraria.

“No dejamos de ser yo para ser un nosotros, uno escoge una pareja como compañero de viaje pero no para situarse por delante o por detrás de la misma”.

Cuestionada sobre la importancia del matrimonio, el cual para algunos ya es una institución pasada de moda, dijo que el valor que se le da es una cuestión personal. “Si una persona se considera en perfecta unión con otra, aunque no haya un papel que acredite dicha unión, ¿quienes somos para decir que no es un matrimonio?. Creo que debemos tener la mente abierta a todo y atada a nada como decía el Dr. Wayne Dyer, ya que eso nos permitiría apreciar la vida por lo que se siente y no por lo que marcan ciertas leyes o estamentos; de esa forma todos viviríamos más felices”.

Dijo que el matrimonio para quien lo entienda como una realización de sí mismo que marca estabilidad, pertenencia familiar y, por ende, cierto estatus social y personal, está bien, pero para aquel que considere que no lo identifica es igual de respetable y no por ello se le debe estigmatizar. El mismo amor que profesa una persona casada lo profesa una que vive en unión libre, el sentimiento no cambia, lo que cambia es la burocracia que lo rodea.

“El hecho de subrayar que el matrimonio es importante ya es delimitar o cercar los límites de lo permitido o no ¿y quién decide por mí? ¿yo o la sociedad? Sería algo en lo que nos deberíamos parar a reflexionar”.

Sobre las nuevas relaciones de pareja, como las que ya no viven juntas o que no tiene hijos, lo que para algunos es muestra de egoísmo, comentó que existe la falsa creencia de que el darnos prioridad emocional con respecto a las demás personas nos convierte en egoístas, y eso está muy alejado de la realidad.

“Para encontrar la armonía en nuestras relaciones personales primero debemos desarrollarla en nosotros mismos. No podemos dar aquello que no tenemos. El pensar y ayudar a los demás a potenciar su bienestar está bien siempre y cuando no nos olvidemos del nuestro. Somos los únicos dirigentes de nuestra vida por tanto no podemos vivir la de otros. No debemos dejar de hacer lo que nos satisface por complacer al otro, primero porque nos convertimos en nuestros propios enemigos y segundo porque creamos relaciones de dependencia donde la otra persona se ve limitada a desarrollar habilidades y capacidades emocionales que le hagan sentirse autónomo. Dar y recibir deberían conformar una balanza equilibrada”.

Molina explica que no se puede suplir la falta de amor propio por el amor a los demás. “Nosotros tenemos que ser la base emocional que construya relaciones sanas. El hecho de decidir tener o no hijos, o vivir juntos o no, no te hace ser más egoísta. Uno mismo establece sus prioridades y por tanto cambia en función de lo que considera que necesita para su vida, a veces se complementará con lo que piensa tu pareja y otras veces no, ahí estará la habilidad de ambos para adaptarse sin dejar de ser ellos mismos.

Una pareja que se asiente sobre el respeto y la realización mutua entenderá perfectamente este cambio de rol sin ningún problema, ambos forman parte de la columna familiar y por tanto deciden qué es lo mejor para su familia. En cambio una pareja que considere que una familia debe ser al estilo tradicional, mujer en casa con los hijos y el hombre trabajando fuera, está claro que no lo verán de la misma manera. No deja de ser una decisión personal, lo importante es que sea cuál sea la postura que se adopte, se haga de manera voluntaria y se respete la postura contraria.

Cuestionada sobre el amor y la sexualidad, sobre el hecho de que en ocasiones ya no sólo se tiene sexo con la persona amada dijo que uniones y formas de amar hay muchas y las reglas las establece la misma pareja.

“Así planteado parece pecado todo lo que no sea tener sexo estando casado, y considero que la libertad sexual libera mucho más la mente, aprendemos a conocernos a nosotros mismos, a relacionarnos con los demás, a desinhibirnos y disfrutar de las sensaciones que eso provoca, amor con sexo o sin sexo, sexo con amor o sin amor”.

Recordó que dentro del matrimonio aún hay muchos tabúes entorno al sexo, lo que al final crea verdaderos problemas de comunicación en la pareja, un asunto recurrente en la consulta psicológica.
“Todos deberíamos buscar una vida sexual plena y ser capaces de decirle a nuestra pareja si algo nos gusta o no, experimentar, sentir, en definitiva comunicarse cuerpo a cuerpo, lo que nos haría más felices”.

Sobre si actualmente se analizan más las relaciones amorosas o si las personas siguen cayendo perdidos bajo el influjo amoroso como siglos atrás dijo que el amor, como cualquier emoción, no es algo que podamos elegir sentir o no, es algo que llega de repente, como una especie de impulso que nos activa algo por dentro.

“Teniendo en cuenta esto claro que seguimos atrapados en él cuando aparece, y en cierta forma es lo maravilloso de esta emoción, porque no hay sensación más placentera que el ser humano pueda experimentar.

“Cuando un paciente llega a mi consulta y me dice que tiene problemas de amor, no está del todo en lo cierto, el amor es plenitud. Claro que cuando esta plenitud no se siente se confunde con el desamor, la dependencia, y todos los malestares asociados a la falta de amor o comunicación dentro de una relación de pareja pero, insisto, eso no es amor”.

Entonces ¿cómo vivir relaciones amorosas más plenas? La respuesta es sencilla: una relación amorosa será plena cuando esté basada en el respeto, la confianza, el entendimiento y se sustente dentro de lo que los psicólogos llamamos Comunicación Asertiva, que no es más que aquella donde decimos lo que pensamos y sentimos sin reproches hacia nuestro interlocutor. El ponerse en el lugar del otro y escuchar, es imprescindible para construir una relación amorosa satisfactoria, finaliza Ciara Molina.

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