¿QUE REALIDAD PREFIERES? EL OBSERVADOR ERES TU.
La física moderna dice “tú si puedes”
Durante décadas, los poderes de la mente han sido cuestiones asociadas
al mundo “esotérico”, cosas de locos. La mayor parte de la gente
desconoce que la mecánica cuántica, es decir, el modelo teórico y
práctico dominante hoy día en el ámbito de la ciencia, ha demostrado la interrelación entre el pensamiento y la realidad.
Que cuando creemos que podemos, en realidad, podemos. Sorprendentes
experimentos en los laboratorios más adelantados del mundo corroboran
esta creencia.
El estudio sobre el cerebro ha avanzado mucho en las últimas décadas
mediante las “tomografías”. Conectando electrodos a este órgano, se
determina donde se produce cada una de las actividades de la mente. La
fórmula es bien sencilla: se mide la actividad eléctrica mientras se
produce una actividad mental, ya sea racional, como emocional,
espiritual o sentimental y así se sabe a qué área corresponde esa
facultad.
Estos experimentos en neurología han comprobado algo aparentemente
descabellado: cuando vemos un determinado objeto aparece actividad en
ciertas partes de nuestro cerebro… pero cuando se exhorta al sujeto a
que cierre los ojos y lo imagine, la actividad cerebral es ¡idéntica!
Entonces, si el cerebro refleja la misma actividad cuando “ve” que
cuando “siente”, llega la gran pregunta: ¿cuál es la Realidad?
“La solución es que el cerebro no hace diferencias entre lo que ve y lo que imagina porque las mismas redes neuronales están implicadas; para el cerebro, es tan real lo que ve como lo que siente”,
...afirma el bioquímico y doctor en medicina quiropráctica, Joe Dispenza en el libro “¿y tú qué sabes?”. En otras palabras, que fabricamos nuestra realidad desde la forma en que procesamos nuestras experiencias, es decir, mediante nuestras emociones.
El valioso vacío atómico
Aunque
ya los filósofos griegos especularon con su existencia, el átomo es una
realidad científica desde principios de siglo XX. La física atómica dio
paso a la teoría de la relatividad y de ahí, a la física cuántica. En
las escuelas de todo el mundo se enseña hoy día que el átomo está
compuesto de partículas de signo positivo (protones) y neutras
(neutrones) en su núcleo y de signo negativo (electrones) girando a su
alrededor. Su organización recuerda extraordinariamente a la del Universo,
unos electrones (planetas) girando alrededor de un sol o núcleo
(protones y neutrones). Lo que la mayoría desconocíamos es que la
materia de la que se componen los átomos es prácticamente inexistente.
En palabras de William Tyler, profesor emérito de ingeniería y ciencia
de la materia en la universidad de Stanford,
“la materia no es estática y predecible. Dentro de los átomos y moléculas, las partículas ocupan un lugar insignificante: el resto es vacío”.
En otras palabras, que el átomo no es una realidad terminada sino mucho más maleable de lo que pensábamos. El físico Amit Goswani es rotundo:
“Heinsenberg, el codescubridor de la mecánica cuántica, fue muy claro al respecto; los átomos no son cosas, son TENDENCIAS. Así que, en lugar de pensar en átomos como cosas, tienes que pensar en posibilidades, posibilidades de la consciencia. La física cuántica solo calcula posibilidades, así que la pregunta viene rápidamente a nuestras mentes, ¿quién elige de entre esas posibilidades para que se produzca mi experiencia actual? La respuesta de la física cuántica es rotunda: La conciencia está envuelta, el observador no puede ser ignorado”.
La farmacia del cerebro
En un pequeño órgano llamado hipotálamo se fabrican las respuestas
emocionales. Allí, en nuestro cerebro, se encuentra la mayor farmacia
que existe, donde se crean unas partículas llamadas “péptidos”, pequeñas
secuencias de aminoácidos que, combinadas, crean las neurohormonas o
neuropéptidos. Ellas son las responsables de las emociones que sentimos diariamente.
Según John Hagelin, profesor de física y director del Instituto para la
ciencia, la tecnología y la política pública de la Universidad
Maharishi, dedicado al desarrollo de teorías del campo unificado
cuántico:
“hay química para la rabia, para la felicidad, para el sufrimiento, la envidia…”
En el momento en que sentimos una determinada emoción, el hipotálamo
descarga esos péptidos, liberándolos a través de la glándula pituitaria
hasta la sangre, que conectará con las células que tienen esos
receptores en el exterior. El cerebro actúa como una tormenta que
descarga los pensamientos a través de la fisura sináptica. Nadie ha
visto nunca un pensamiento, ni siquiera en los más avanzados
laboratorios, pero lo que sí se ve es la tormenta eléctrica que provoca cada mentalismo, conectando las neuronas a través de las “fisuras sinápticas”.
Cada
célula tiene miles de receptores rodeando su superficie, como
abriéndose a esas experiencias emocionales. La Dra. Candance Pert,
poseedora de patentes sobre péptidos modificados, y profesora en la
Universidad de Medicina de Georgetown, lo explica así:
“Cada célula es un pequeño hogar de conciencia. Una entrada de un neuropéptido en una célula equivale a una descarga de bioquímicos que pueden llegar a modificar el núcleo de la célula”.
Nuestro cerebro crea estos neuropéptidos y nuestras células son las que
se acostumbran a “recibir” cada una de las emociones: ira, angustia,
alegría, envidia, generosidad, pesimismo, optimismo… Al acostumbrarse a ellas, se crean hábitos de pensamiento. A través de los millones de terminaciones sinápticas, nuestro cerebro está continuamente recreándose; un pensamiento o emoción crea una nueva conexión, que se refuerza cuando pensamos o sentimos “algo” en repetidas ocasiones.
Así es como una persona asocia una determinada situación con una
emoción: una mala experiencia en un ascensor, como quedarse encerrado,
puede hacer que el objeto “ascensor” se asocie al temor a quedarse
encerrado. Si no se interrumpe esa asociación, nuestro cerebro podría
relacionar ese pensamiento- objeto con esa emoción y reforzar esa
conexión, conocida en el ámbito de la psicología como “fobia” o “miedo”.
Todos los hábitos y adicciones operan con la misma mecánica. Un miedo (a
no dormir, a hablar en público, a enamorarse) puede hacer que
recurramos a una pastilla, una droga o un tipo de pensamiento nocivo. El
objetivo inconsciente es “engañar” a nuestras células con otra emoción
diferente, generalmente, algo que nos excite, “distrayéndonos” del
miedo. De esta manera, cada vez que volvamos a esa situación, el miedo
nos conectará, inevitablemente, con la “solución”, es decir, con la
adicción. Detrás de cada adicción (drogas, personas, bebida, juego, sexo, televisión) hay pues un miedo insertado en la memoria celular.
La buena noticia es que, en cuanto rompemos ese círculo vicioso, en
cuanto quebramos esa conexión, el cerebro crea otro puente entre
neuronas que es el “pasaje a la liberación”. Porque, como ha demostrado
el Instituto Tecnológico de Massachussets en sus investigaciones con
lamas budistas en estado de meditación, nuestro cerebro está permanentemente rehaciéndose, incluso, en la ancianidad. Por ello, se puede desaprender y reaprender nuevas formas de vivir las emociones.
Mente creadora
Los experimentos en el campo de las partículas elementales han llevado a los científicos a reconocer que la mente es capaz de crear. En palabras de Amit Goswani, profesor de física en la universidad de Oregón, el comportamiento de las micropartículas cambia dependiendo de lo que hace el observador:
“cuando el observador mira, se comporta como una onda, cuando no lo hace, como una partícula”.
Ello quiere decir que las expectativas del observador influyen en la
Realidad de los laboratorios… y cada uno de nosotros está compuesto de
millones de átomos.
Traducido al ámbito de la vida diaria, esto nos llevaría a que nuestra Realidad es, hasta cierto punto, producto de nuestras propias expectativas. Si una partícula (la mínima parte de materia que nos compone) puede comportarse como materia o como onda… Nosotros podemos hacer lo mismo.
La realidad molecular
Los sorprendentes experimentos del científico japonés Masaru Emoto con
las moléculas de agua han abierto una increíble puerta a la posibilidad
de que nuestra mente sea capaz de crear la Realidad. “Armado” de
un potente microscopio electrónico con una diminuta cámara, Emoto
fotografió las moléculas procedentes de aguas contaminadas y de
manantial. Las metió en una cámara frigorífica para que se helaran y
así, consiguió fotografiarlas. Lo que encontró fue que las aguas puras
creaban cristales de una belleza inconmensurable, mientras que las
sucias, sólo provocaban caos. Más tarde, procedió a colocar palabras
como “Amor” o “Te odio”, encontrando un efecto similar: el amor provocaba formas moleculares bellas mientras que el odio, generaba caos.
Por último, probó a colocar música relajante, música folk y música
thrash metal, con el resultado del caos que se pudieron ver en las
fotografías. La explicación biológica a este fenómeno es que los átomos
que componen las moléculas (en este caso, los dos pequeños de Hidrógeno y
uno grande de Oxígeno) se pueden ordenar de diferentes maneras:
armoniosa o caóticamente. Si tenemos en cuenta que el 80% de nuestro
cuerpo es agua, entenderemos cómo nuestras emociones, nuestras
palabras y hasta la música que escuchamos, influyen en que nuestra
realidad sea más o menos armoniosa. Nuestra estructura interna está
reaccionando a todos los estímulos exteriores, reorganizando los átomos
de las moléculas.
¿Qué realidad prefieres?
El ya famoso experimento con la molécula de fullerano del doctor Anton
Zeillinger, en la Universidad de Viena, testificó que los átomos de la
molécula de fullerano (estructura atómica que tiene 60 átomos de cárbón)
eran capaces de pasar por dos agujeros simultáneamente. Este
experimento “de ciencia ficción” se realiza hoy día con normalidad en
laboratorios de todo el mundo con partículas que han llegado a ser
fotografiadas. La realidad de la bilocación, es decir, que “algo” pueda estar en dos lugares al mismo tiempo, es algo ya de dominio público,
al menos en el ámbito de la ciencia más innovadora. Jeffrey Satinover,
ex presidente de la fundación Jung de la universidad de Harvard y autor
de libros como “El cerebro cuántico” y “El ser vacío”, lo explica así:
“ahora mismo, puedes ver en numerosos laboratorios de Estados Unidos, objetos suficientemente grandes para el ojo humano, que están en dos lugares al mismo tiempo, e incluso se les puede sacar fotografías. Yo creo que mucha gente pensará que los científicos nos hemos vuelto locos, pero la realidad es así, y es algo que todavía no podemos explicar”.
Quizás porque algunos piensen que la gente “de a pie” no va a comprender estos experimentos, los
científicos todavía no han conseguido alertar a la población de las
magníficas implicaciones que eso conlleva para nuestras vidas, aunque las teorías anejas sí forman parte ya del dominio de la ciencia divulgativa.
Seguramente la teoría de los universos paralelos, origen de la
“superposición cuántica”, es la que ha conseguido llegar mejor al gran
público. Lo que viene a decir es que la Realidad es un número “n” de
ondas que conviven en el espacio-tiempo como posibilidades, hasta que
UNA se convierte en Real: eso será lo que vivimos. Somos nosotros quienes nos ocupamos, con nuestras elecciones y, sobre todo, con nuestros pensamientos (“yo sí puedo”, “yo no puedo”) de encerrarnos en una realidad limitada y negativa o en la consecución de aquellas cosas que soñamos.
En otras palabras, la física moderna nos dice que podemos alcanzar todo
aquello que ansiamos (dentro de ese abanico de posibilidades- ondas,
claro).
En realidad, los descubrimientos de la física cuántica vienen siendo
experimentados por seres humanos desde hace milenios, concretamente, en
el ámbito de la espiritualidad. Según el investigador de los manuscritos
del Mar Muerto, Greg Braden, los antiguos esenios (la comunidad
espiritual a la que, dicen, perteneció Jesucristo) tenían una manera de
orar muy diferente a la actual. En su libro “El efecto Isaías: descodificando la perdida ciencia de al oración y la plegaria”, Braden asegura que su manera de rezar era muy diferente a la que los cristianos adoptarían. En lugar de pedir a Dios “algo”,
los esenios visualizaban que aquello que pedían ya se había cumplido,
una técnica calcada de la que hoy se utiliza en el deporte de alta
competición, sin ir más lejos. Seguramente, muchos han visto en los
campeonatos de atletismo cómo los saltadores de altura o pértiga
realizan ejercicios de simulación del salto: interiormente se visualizan
a sí mismos, ni más ni menos que realizando la proeza. Esta técnica
procede del ámbito de la psicología deportiva, que ha desarrollado
técnicas a su vez recogidas del acervo de las filosofías orientales. La
moderna Programación Neurolingüística, usada en el ámbito de la
publicidad, las relaciones públicas y de la empresa en general, coincide
en recurrir al tiempo presente y a la afirmación como vehículo para la
consecución de los logros. La palabra sería un paso más adelante en la
creación de la Realidad, por lo que tenemos que tener cuidado con aquello que decimos pues, de alguna manera, estamos atrayendo esa realidad..
La búsqueda científica del alma
En las últimas décadas, los experimentos en el campo de la neurología
han ido encaminados a encontrar donde reside la conciencia. Fred Alan
Wolf, doctor en física por la universidad UCLA, filósofo, conferenciante
y escritor lo explica así en “¿Y tú qué sabes?” de la que se espera la
segunda parte en pocos meses:
“Los científicos hemos tratado de encontrar al observador, de encontrar la respuesta a quién está al mando del cerebro: sí, hemos ido a cada uno de los escondrijos del cerebro a encontrar el observador y no lo hemos hallado; no hemos encontrado a nadie dentro del cerebro, nadie en las regiones corticales del cerebro pero todos tenemos esa sensación de ser el observador”.
En palabras de este científico, las puertas para la existencia del alma están abiertas de par en par:
“Sabemos lo que el observador hace pero no sabemos quién o qué cosa es el observador”.
Hoy recuperadas por la física cuántica, muchas de estas afirmaciones
eran conocidas en la Antigüedad, como en el caso del “Catecismo de la
química superior”, de Karl von Eckartshausen.
Cuadro 1: Nuestro cerebro: un ordenador que procesa información
A cada segundo, en una vida como la moderna llena de estímulos: nos
bombardean enormes cantidades de información. El cerebro solo procesa
una mínima cantidad de ella: 400 mil millones de bits de información por
segundo. Los estudios científicos han demostrado que sólo somos
conscientes de 2.000 mil de esos bits, referidos al medio ambiente, el
tiempo y nuestro cuerpo. Así pues, lo que consideramos la Realidad, es decir, aquello que vivimos, es sólo una mínima parte de lo que en realidad está ocurriendo. ¿Cómo se filtra toda esa información?
A través de nuestras creencias: El modelo de lo que creemos acerca del
mundo, se construye desde lo que sentimos en nuestro interior y de
nuestras ideas. Cada información que recibimos del exterior se
procesa desde las experiencias que hemos tenido y nuestra respuesta
emocional procede de estas memorias. Por eso, los malos recuerdos nos
impulsan a caer en los mismos errores.
Cuadro 2: Cómo romper con esos malos hábitos del pensamiento
El cerebro crea esas redes a partir de la memoria: ideas, sentimientos,
emociones. Cada asociación de ideas o hechos, incuba un pensamiento o
recuerdo en forma de conexión neuronal, que desemboca en recuerdos por
medio de la memoria asociativa. A una sensación o emoción similar,
reaparecerá ese recuerdo en forma de idea o pensamiento. Hay gente que
conecta “amor” con “decepción” o “engaño”, así que cuando vaya a sentir
amor, la red neuronal conectará con la emoción correspondiente a cómo se
sintió la última vez que lo sintió: ira, dolor, rabia, etc. Según Joe
Dispenza
“si practicamos una determinada respuesta emocional, esa conexión sináptica se refuerza y se refuerza. Cuando aprendemos a “observar” nuestras reacciones y no actuamos de manera automática, ese modelo se rompe”.
Así pues, aprender a “ver” esas asociaciones es la mejor manera de evitar que se repitan: la llave es la conciencia.
Cuadro 3: La mecánica de la erección
La mejor metáfora del pensamiento creador es el miembro masculino. Una
sola fantasía sexual, es decir, un pensamiento erótico, es capaz de
producir una erección, con toda la variedad de glándulas endocrinas y
hormonas que participan en ello. Nada hay fuera de la mente del hombre
pero, sin embargo, se produce un torbellino hormonal que desemboca en un
hecho físico palpable. En el lado femenino, también el poder del
pensamiento asociado al erotismo se convierte a menudo en hechos
físicos, demostrando la capacidad del pensamiento para crear situaciones
placenteras… o adictivas. Los más firmes defensores del poder de la
visualización llegan a proponer que se puede obtener a través de ella
casi todo lo que deseamos.
¿QUE ES UNA ONDA DE FORMA?
Muchos científicos y físicos cuánticos reconocen el poder de transmisión en cualquier forma simple geométrica o como un diseño ondulado de un rastro de energía,
es una ONDA DE FORMA simple. Puede tener un patrón geométrico o puede
ser un gesto de pincel simple como una onda que contiene el significado
completo, la intención y la energía de un momento dado de intensidad
mientras da forma a la realidad y puede tener en su ser todas las
cualidades que lo crearon. Es una semilla de fractal energético que dada la situación correcta continuará su crecimiento y multiplicándose.
Éstas son modelos y formas que crean la energía y transmiten los
patrones específicos, del pensamiento, nosotros hemos estado usándolos
en los templos, las iglesias, logotipos, publicidad y podemos reconocer
inmediatamente la armonía y desarmonía en ellos. Ciertos modelos de la
geometría sagrada parecen actuar recíprocamente con su entorno
armonizando y estabilizando sus moléculas, como si organizara los átomos
y electrones. Puede significar que un cierto diseño de geometría
YANTRA de ENERGÍA puede polarizar las partículas e incluso podría
purificar el agua, aumentando las cualidades y la armonía en su entorno.
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