LA LAMPARA DE ALADINO
“¡Que no se me olviden las llaves!” “Hoy me levanté con el pie izquierdo, todo me sale mal”. “Seguro que esto no me sale bien a la primera”. “No me vaya a equivocar”. “¡Cuidado! ¡No te vayas a caer!”.
Cuántas veces dices cosas así y se van cumpliendo al pie de la letra.
Incluso los mensajes con buenas intenciones como el de las llaves: ¡que
no se me olviden las llaves! Y se te olvidan. La mente no registra el
“no”, esta es una palabra abstracta. Para que lo tengas más claro y me
entiendas, quiero que no pienses en una jirafa, tampoco pienses que
tiene un monito encima de su cuello, y no pienses que el monito tiene un
sombrero rojo. No lo pienses ni por un minuto. ¿Qué pasó? Eso pensaste y
lo viste y lo imaginaste muy bien ¿verdad? Para seguir comprobando, no
pienses en un canguro. Ya lo hiciste ¿verdad? Después quizá le pones un
tache porque era no, pero mientras, ya pasó por tu mente y se registró en tus neuronas y dejó huella.
De manera que cualquier pensamiento que tengas, positivo o negativo, viaja por las neuronas y deja una huella.
Algunas más profundas que otras. La huella se puede hacer más profunda
cuando te repites constantemente mensajes alentadores como “qué bruto
soy”, “siempre me equivoco”, “soy un inútil”. A base de la repetición queda la huella bien marcada y luego se convierte en una realidad para ti.
Tu mente es maravillosa, es obediente, es el mejor sirviente que has tenido, es como la lámpara de Aladino:
pides y se te concede. Ella está allí para llevar a cabo lo que se le
pide, simple y sencillamente. Ella no analiza, es literal y no tiene
sentido del humor. La computadora es una mala copia de nuestra mente,
sin embargo, un buen ejemplo para entender cómo funcionamos. Si tú le
preguntas a tu computadora cuánto son 5 x 5, ella te responderá 25; y
otra vez 5 x 5, te responde 25, y así lo haces mil veces, nunca se va a
salir del programa ni te va a decir: “oye, ya está bien de preguntar lo
mismo” o “ya estás grandecito para preguntar esas operaciones
elementales” o “ya me cansé de lo mismo”. No analiza, es literal y
tampoco tiene sentido del humor para salirse de su esquema. Con la mente
es igual, es más, mientras más repitas un programa, más fácil lo reproduce porque se convierte en automático.
Por
eso es que luego no entendemos por qué algunas cosas no me salen bien, o
parece que me equivoco siempre en lo mismo, aunque yo no quiera, porque ya instalé el programa inconscientemente y mi mente, mi lámpara de Aladino, simplemente obedece al programa ya instalado. Y algunos de estos programas fueron instalados quizá por los padres, los abuelos, o los maestros en la infancia. ¡Ojo!
Si me meto a estudiar inglés y digo “¡qué difícil!”, tu mente dice:
“concedido, será difícil”. Si te dices que vas a llegar tarde, tu mente
dice: “concedido”, y hace todo lo posible para que eso suceda aunque no
te des cuenta. Si estás a dieta y dices “no quiero comer pan”, pues lo
primero que desfila en tu mente es el pan que más te gusta y se te hace
agua la boca porque allí estás hablando en negativo. Y lo que sucede es
que comerás más pan que nunca al repetir esa frase todo el día. “Me va a
dar gripa”, se te concede, por supuesto.
Tu lámpara de Aladino es maravillosa para cumplir tus deseos. Lástima que la humanidad no se ha dado cuenta de que hablar en negativo constantemente, lo convierte en un programa automático, y nuestra mente maravillosa lo cumple. Ella está para cumplir y tú para dirigir.
Por lo tanto, si te pudiste relacionar con algunos de los ejemplos
anteriores, puedes comenzar a dirigir tu mente en la dirección que
quieras. El primer paso es ser consciente de lo que haces en tu azotea. Qué
tipo de pensamientos tienes durante el día. Cómo diriges a tu mago
interno. Cuídate de las negaciones con buenas intenciones y cámbialas a
positivo. En vez de “que no se me olviden las llaves”, decir: “hoy
me llevo las llaves sin falta”. Y así será. “Hoy todo me sale bien”,
“hoy hago las cosas bien a la primera”. Y si no sale todo bien, es
porque todavía tienes interferencias de tu programa anterior, sin
embargo, vas por buen camino, porque a través de la repetición
instalaste el mal programa, ahora a través de la repetición instalas el
buen programa.
Cuida tus pensamientos y los mensajes que mandas para que tu lámpara de Aladino te los conceda. Elimina poco a poco los pensamientos negativos que te obstaculizan y boicotean en tus intenciones.
No hay nada fácil ni difícil, todo tiene que ver con tu propia visión
de la realidad. Cambia tu visión y prepárate para una nueva perspectiva,
porque se te va a cumplir.
Paso a paso vas logrando ser el líder de tu mente, vas encontrando nuevas formas de hacer las cosas. Dirigir con lenguaje positivo, consciente y sabiendo que tu genio interno está de tu lado, te ayudará a cumplir tus objetivos. Verás cómo poco a poco los programas antiguos van perdiendo fuerza y presencia.
Tener dominio de ti mismo con mayor frecuencia, es de gran
satisfacción, pues te sentirás en control de tus propias capacidades y
por supuesto que esto repercutirá en tu salud y estilo de vida.
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