SUEÑOS PROFETICOS QUE PREDICEN EL CANCER
La autora Kathleen O´Keefe-Kanavos, experta en sueños y tres veces
superviviente al cáncer, sabe de primera mano que los sueños pueden
cambiar tu vida. Su libro de 2014, “Surviving Cancerland”, cuenta la
increíble historia de cómo los sueños detectaron su cáncer de mama
cuando los médicos le insistían repetidamente que estaba sana.
Por
increíble que parezca, la historia de O´Keefe-Kanavos no es única.
Estudios demuestran que más gente de la que se podría pensar experimenta
sueños que predicen enfermedades verificables.
O´Keefe-Kanavos participó en el
Proyecto de Investigación Sueños que Avisan de Cáncer de Mama y en un
estudio
que lo acompaña publicado en la edición de mayo/junio de 2015 de
Explore: The Journal of Sciencie and Healing. El estudio analizado en
detalle del
Dr. Larry Burk,
co-fundador del Duke Center for Integrative Medicine, examinaba las
historias de dieciocho mujeres de todo el mundo que tuvieron sueños
vívidos avisándoles de cáncer de mama que los médicos no podían ver.
Inspirada
por explorar el fenómeno más en detalle, O´Keefe-Kanavos está
trabajando actualmente en un libro con el Dr. Burk. El nuevo trabajo
presentará una colección de historias de personas que tuvieron sueños
premonitorios que identificaban todo tipo de cáncer.
La Gran Época
habló con O´Keefe-Kavanos sobre sus sueños increíbles y sobre lo
importante que es prestar atención a lo que nuestros sueños están
tratando de decirnos. Ella dice que hay “un mundo entre los reinos del
despertar y el sueño al que podemos ir y obtener información vital”.
Sobreviviente
tres veces el cáncer, autora y experta en sueño Kathleen
O’Keefe-Kanavos habla de sus sueños especiales en su libro, Surviving
Cancerland. (Foto cortesía de Kathleen O’Keefe-Kanavos).
La Gran Época: ¿Cómo identificaron tus sueños el cáncer?
Kathleen O´Keefe-Kanavos: Acudí
a mi revisión anual. Me hicieron la mamografía. Me hicieron análisis de
sangre. Me hicieron la revisión física. Los médicos me dijeron que
estaba bien y que me fuera a casa. Esa noche tuve lo que ahora llamo una
pesadilla recurrente. Esto fue mucho antes de que empezara a entrar en
los sueños, mucho antes de que empezara a dar nombres a los diferentes
tipos de sueños y lo que hacían y cómo sabía sobre ellos.
Así que
en mi sueño de repente mi pantalla se congeló. Parecía que el tiempo se
había detenido en el mundo de los sueños, y algo apareció de repente.
Muy parecido a un pop-up en el ordenador – e igual de difícil de quitar –
esa ventana emergente se convirtió en una puerta. Y a través de esa
puerta apareció un monje franciscano.
Este
monje caminó hacia mí, vestido con una túnica marrón con capucha, con
un cinturón de cuerda y sandalias de cuero, y me dijo: “Ven conmigo´,
tenemos algo que decirte”.
Me llevó a través de un pasaje, hacia
lo que yo llamo la sala entre reinos – y esto pasa en muchos de los
sueños de las mujeres a las que he estado entrevistando. En esa
habitación había otros monjes.
El monje franciscano tomó mi mano,
se sentía táctil en el sueño, la puso en mi pecho y dijo: “¿Notas
eso?” yo dije: “Sí”. Y el monje dijo: “Eso es cáncer de pecho. Vuelve a
tu médico y pide que te hagan diferentes clases de pruebas”.
Bueno,
cuando desperté a la mañana siguiente podía recordar todo eso como si
acabara de pasar. Así que me metí en el coche, volví al Instituto del
Cáncer Santa Barbara y le dije a mi médico: “Me parece que algo está
mal. Creo que no todo es correcto en mi mamografía y mis análisis de
sangre. Solamente tengo esa sensación – esa intuición femenina –
solamente sé que algo está mal”.
El médico dijo: “Kathy, el cáncer
de mama no es genético en tu familia. El cáncer no es genético en tu
familia. Estás sana como un caballo. Te haré otra mamografía y análisis
de sangre, pero yo no puedo notar nada”. Pero yo le dije: “¡Puedo sentir
algo aquí!” Y él respondió que no había nada ahí. “No siento nada.
Estoy preparado. Soy médico, [en caso de haber algo] lo sabría.
Así
que me hizo otra mamografía, me hizo otro análisis de sangre, me hizo
otro examen físico y sacó los papeles que decían que estaba sana.
Esa noche tuve la pesadilla otra vez. El monje camina otra vez en el sueño con más monjes y dice: “Vuelve a ver a tu médico”.
Esto
pasó cuatro veces, un monje caminaba hacia mí en mi sueño y decía:
“Tienes cáncer de mama. ¿Puedes notar eso? ¡Vuelve a ver a tu médico!”
La
cuarta vez empecé a llorar cuando vi al monje. Comencé a llorar en el
sueño. Le dije: “Sé por qué estás aquí. Mi médico no me va a escuchar.
No sé qué más puedo hacer. Si realmente tengo cáncer de mama tienes que
ayudarme porque él no escucha. De otro modo, si lo tengo, voy a morir.
Si no quieres que muera, ayúdame.
Y este monje metió la mano en su
bolsillo y sacó una raída y pequeña pluma blanca. Me la entregó y dijo:
“Esta es una pluma de ángel. Si vuelves a tu médico mañana sin cita y
la esgrimes hacia él como si fuera una espada, cortarás todos sus
argumentos sobre por qué no necesitas ninguna otra prueba, y obtendrás
la prueba que necesitas”.
Así que agarré a mi marido y conducimos
todo el camino hacia el Instituto del Cáncer Santa Barbara para ver al
doctor. Me planté en su puerta sin cita.
Me echó una mirada y me
dijo: “Kathy, ¿por qué has vuelto?” Le seguí de vuelta a su oficina y
dije: “Sé que algo está mal. Necesito una cirugía exploratoria”. Me
miró como si acabara de prenderme fuego en mitad de su oficina.
Dijo:
“No puedo hacer eso. Va en contra de la política del hospital, y en
contra de mi política. Tienes que pensar en las complicaciones de la
anestesia, infecciones, todo tipo de complicaciones. No puedo hacer
eso”.
Recordé la pluma de mi sueño, y me imaginé sosteniéndola y
apuntándola hacia él. Le dije: “Sé que algo está mal. Necesito que me
ayudes. No hay nadie más a quien me pueda dirigir. Si no me escuchas, sé
que va a haber consecuencias serias”.
Me miró y era como si una
vampiresa hubiera entrado en la habitación y le hubiera hechizado, como
lo que se ve en la TV. Dijo: “Está bien, un segundo”. Salió y pidió una
cita para la semana siguiente.
Tuve la cirugía y encontraron que
tenía un cáncer de mama agresivo de etapa dos dentro de mi organismo. El
informe confirmó el sueño, así que no había discusión. Tenía todos los
demás papeles que decían: estás sana, estás sana, estás sana.
Tuve
mi último informe correcto de mamografía el día de mi cumpleaños,
cuando mi pelo se caía en las paredes de la ducha porque acababa de
empezar la quimioterapia. Me pusieron quimioterapia lo más pronto
posible porque este cáncer era muy agresivo. Me llevó tres meses y medio
conseguir ese informe médico para que me hicieran esa cirugía.
La Gran Época: ¿Entendió
el médico por qué las pruebas anteriores no sacaron tu cáncer? ¿Por qué
fue necesaria la exploración quirúrgica para identificarlo finalmente?
Sra. O´Keefe-Kanavos:
Cuando el informe patológico volvió, tuve que ir a los jefes de todos –
el jefe de oncología, el jefe de radiología, el jefe de cirugía
oncológica – para observarlo de manera que pudiera ir a una segunda
cirugía.
Cuando llevé conmigo todas las mamografías al cirujano
oncológico y le dije: “¿Por qué se está mostrando este tumor de etapa
dos?” Él dijo: “Bueno, las mamografías son tan buenas como la gente que
las toma y la gente que las lee. Y esta sección del Instituto del Cáncer
de Santa Barbara es la mejor”.
Bien, cinco años después casi
hasta la fecha – con aquellos cinco jefes y todo el mundo observándome,
después de pasar por quimioterapia, terapia radiológica, cirugía –
leyeron mis mamografías en el Instituto del Cáncer Santa Barbara. Esa
noche, tuve la horrible pesadilla de mis guías espirituales apareciendo a
través de la ventana emergente. Decían: “Ven con nosotros, tenemos algo
que decirte”. Y cuando caminé por la puerta entre reinos, iban vestidos
con batas blancas de médicos por encima de sus túnicas.
Pensé que
era extraño, y me preguntaba qué estaban haciendo. Había un monje que
estaba sosteniendo los resultados de mi mamografía y me hizo un gesto
para que me acercara. Cuando hice ¡puf! todos los monjes se convirtieron
en esos siniestros payasos de circo con el pelo rojo rizado, la nariz
protuberante y los zapatos rojos grandes, y estaban moviéndose de
adelante hacia atrás riéndose.
Me dije a mi misma: “Despierta, despierta, esto es una pesadilla”. Pero lo había entendido.
Fui
a mis médicos y les dije: “Necesito una imagen por resonancia magnética
(IRM)”. Ellos dijeron: “Kathy, no necesitas una IRM, tus mamografías
son todas correctas. No es política del hospital dar IRM cuando tienes
mamografías sanas, y análisis de sangre correctos”. Y pensé: “Esto es
como un deja vu, que alguien me pellizque”.
Así que dije: “¿Por
qué estáis usando mamografías para ver si recurre cuando no funcionaron
la primera vez?” Y otra vez tuve las mismas respuestas esquivas. Tuve
que montar un berrinche en el suelo de su sala de espera.
Dije:
“Si no me hacéis una IRM, voy a tirarme al suelo de vuestra sala de
espera con toda esta gente mirando. Voy a patear mis pies como un niño
de dos años. Voy a gritar y chillar hasta que tengáis que llamar a
seguridad para que me saquen de los pies y cuando salga por la puerta
voy a llamar por teléfono a las noticias del canal dos”.
Conseguí
la IRM – me llevó tres meses y medio obtener los resultados. Estaba en
la etapa 4 terminal. Los médicos dijeron: “Oh, acabamos de tener esta
gran reunión con todos los jefes”, porque estaban viendo la palabra
“demanda” aparecer en los titulares. El jefe de oncología dijo: “Imagino
que las mamografías no son tus amigas”. Yo respondí: ¿Por qué habrías
de usar mamografías para buscar recurrencia si éstas no funcionaron en
primer lugar?”.
El dijo: “Bueno, como sabes, las mamografías no
funcionan para el 30 por ciento de la población de mujeres. Respondió:
“¿Qué pasa con el 30 por ciento? ¿No contamos? ¿No podéis eludir la
política del hospital para cuidar de nosotras?”
Los médicos de
Santa Barbara no iban a hacerme una doble mastectomía. Seguían diciendo:
“No hay cáncer en el otro pecho. Es un pecho sano. Mira, hemos hecho
una IRM, está sano. Pero sabía de mis sueños, mis guías espirituales
vinieron a mí y me dijeron que simplemente no aparecía en la IRM. Así
que tuve que ir a Nueva York para ver a un nuevo grupo de médicos para
que me hicieran la doble mastectomía, y cuando hicieron el informe del
segundo pecho, mostraba el cáncer lobular del que Elizabeth Edwards
había muerto en la etapa 2 y estaba ahora en la etapa cuatro.
Estaba
en el otro pecho, lo cual tenía tendencia a hacer. Tenía tendencia a
reflejarse. Muy parecido a Alicia en el País de las Maravillas a través
del espejo, el cáncer de pecho se reproducía de esa manera. Por esa
razón puse a mi libro el nombre de “Sobreviviendo en el País del
Cáncer”. Esa era la tercera vez que tenía un sueño premonitorio que me
diagnosticaba el cáncer de mama y que fue validado por informes médicos.
Los médicos de Nueva York llamaron a los otros médicos y les dijeron:
“Tenemos su historial. Estamos leyendo su trabajo. Estamos impactados.
¿Qué está pasando allí?”
Espero haber cambiado la política del
hospital en que si eres mujer y las mamografías no muestran cáncer de
mama la primera vez, no te hacen más mamografías, vas directamente a la
IRM, o utilizas termografía. Eso es lo que yo estoy intentando conseguir
– una tercera opción para las mujeres en el hospital.
La Gran Época: He
leído que la termografía no tiene radiación y no es dolorosa como lo
puede ser la mamografía. Según entiendo, la termografía puede detectar
el cáncer incluso años antes que la mamografía.
Sra. O´Keefe-Kanavos: ¡Sí!
Pregunté a los médicos: “¿Por qué no está disponible la termografía en
los hospitales?” Básicamente, la respuesta evasiva fue que hemos
invertido tanto dinero en mamografías que no tenemos fondos para dar a
la gente a elegir. Así que tienes que aceptar lo que te dan, o encontrar
algún sitio que haga termografías.
Justo como con el primer
cáncer que tuve, los médicos dijeron que sólo hacían una quimioterapia
de amplio espectro para esto. Pero yo había oído de un doctor en
California que toma un pedazo de tumor y lo bombardea con todas las
quimioterapias que hay disponibles. Y tú encuentras la que realmente
funciona para ti. Se llama cura por tumor y determinación del
tratamiento.
Yo les dije: “Experimenten con un pedazo de mi
tumor”, pero mis médicos no querían hacerlo. Así que lo envié al Dr.
Robert Nagourney en California, y él dijo que la única quimioterapia que
funcionaría era Adriamycin-Cytoxin.
Él llamó realmente a mi
médico y dijo: “¿esta mujer pasó por tratamiento de cáncer
anteriormente? Porque esta es la única quimioterapia de las ocho que
nosotros usamos que funcionará, y tiene que ser esta”. Y mi médico dijo:
“Nosotros realmente no creemos en eso aquí”. Yo dije: “No me importa.
Esa es la que quiero”. Pasé por esa quimioterapia y ese tipo de cáncer
nunca volvió.
Cuando tuve cáncer la segunda vez, ese era un cáncer
diferente que estaba en ambos pechos. Ese era lobular.
Hay muchas
cosas que pueden usarse para ayudar a las mujeres en los hospitales,
pero debido a que no es política del hospital no está disponible para
ellas. Y la única manera a través de la cual van a saber de ello es
cuando la gente que sobrevive se lo cuenta.
La Gran Época: Tuviste
un tipo de cáncer de mama que no podía ser identificado por una
mamografía, y uno que resistía tratamiento de la quimioterapia típica.
Suena como si el tuyo hubiera sido un caso muy especial.
Sra. O´Keefe-Kanavos:
No realmente. Eso es lo que estoy intentando decirle a todo el mundo.
Ellos dicen: “Oh, no te preocupes por su historia porque es muy
inusual”, pero el estudio del Dr. Larry Burk muestra que no lo es. Y
debido a que soy consejera telefónica en la Fundación del Cáncer R.A.
Bloch, hablo todo el tiempo con mujeres a las que les dicen que les
dieron una quimioterapia de amplio espectro.
Es justo como si caes
enfermo por una infección respiratoria superior y el médico te da un
antibiótico de amplio espectro, a veces funciona, pero en el 30 por
ciento de la gente no. Bueno, no es un gran problema necesariamente
cuando se trata de antibióticos, entonces entras y pruebas todo tipo de
antibióticos y descubres exactamente cuál va a funcionar. Y consigues un
nuevo antibiótico que sabes que va a funcionar con esa infección de
garganta porque lo has probado.
Eso es lo que ellos necesitan
hacer con el cáncer de mama antes del tratamiento, porque después de
haber tomado una quimioterapia, que es cortar y quemar, tu cuerpo no
puede soportar otra. Y no es el cáncer lo que te mata, sino el
tratamiento. Mueren por el tratamiento. Sus pulmones se llenan de
fluidos y sus corazones no aguantan. No es lo mismo que el antibiótico.
Tienes
que saber antes de pasar por esa quimioterapia si va a funcionar o no, y
los hospitales no hacen eso. Ellos dicen: “Bueno, esta funciona en el
80 por ciento de la gente”. Bueno, no importa. Quizá el 80 por ciento
pueda soportarla, pero ese otro 20 por ciento va a morir y esa no es una
cifra aceptable cuando podrías estar usando este bombardeo del tumor y
determinación del tratamiento que usa el Dr. Nagourney y muchos otros
lugares están empezando a usar también. La prueba se conoce como quimio
respuesta y ensayo de resistencia (CSRA), y debería estar disponible
para cualquiera que tenga que tomar qumioterapia. No tienes que
adivinarlo con quimio.
La Gran Época: Suena como
si el mensaje de tus sueños va a salvar más que tu propia vida. Muchas
mujeres podrían beneficiarse de esta información.
Sra. O´Keefe-Kanavos:
Sí, ahora que mi libro se ha publicado. Nadie lo quería publicar hasta
que fui a la Editorial Cypress House. Ellos eran supervivientes del
cáncer y veían la importancia de este libro. Ha sido tres veces best
seller internacional. Ganó el Premio International Book para temas de
mujeres y salud, y ha estado en el mercado meramente un año.
La Gran Época: Somos muy despreciativos en nuestra cultura con los sueños. ¿Hay otras culturas que tomen los sueños más seriamente?
Sra. O´Keefe-Kanavos:
Absolutamente. La mayor parte de las demás culturas toman los sueños
mucho más en serio. En Japón toman los sueños muy en serio.
Si nos
desplazamos al antiguo Egipto o a la antigua Grecia, cuando alguien
sentía que tenía una enfermedad que los médicos no podían encontrar o
tratar, iban realmente a su lugar de veneración y rezaban, encendían
velas y dormían en el suelo de veneración con la esperanza de que guías
espirituales o ángeles guardianes vinieran a sus sueños para darles
guía. Entonces llevaban ese sueño a su médico y trabajaban con él para
hallar un tratamiento para la afección que tuvieran.
Pero lo que
encontramos en la ciencia moderna es que los médicos están interesados
solamente en lo que pueden ver, sentir, o medir. Los informes de
laboratorio son medibles y científicos. Mi libro está amenazando a la
comunidad científica porque estoy diciendo que la ciencia es un regalo
de un poder superior. No veneras al regalo, veneras al poder. La ciencia
sólo llega hasta ese punto, pero después hay un poder más elevado que
viene en la forma de sueños cuando la ciencia es incorrecta.
Tienen
que trabajar juntos. Mi meta es que cuando un paciente entre a la sala
del médico y diga: “Doctor, he estado teniendo estas horribles
pesadillas repetidamente”, el doctor no diga: “Tome estas pastillas para
que no las vuelva a tener”, sino que diga: “Cuénteme su sueño”. Porque
estará entrenado en el simbolismo universal de los sueños, y en cómo
llevar al paciente a entender qué está diciendo el sueño y cómo el
médico, el paciente, y el sueño pueden trabajar juntos como un intricado
triangulo de salud.
Las respuestas han sido editadas por estilo y claridad.