HOOPONOPONO
¿Qué es el ho´oponopono?
El denominado ho´oponopono es una práctica ancestral fundamentada en la consciencia de ser y en la doble dimensión de ésta como “alerta” y “espacio”.
La consciencia se relaciona con “ser” y cuenta con dos esferas indisolublemente ligadas: “consciencia de lo que se es” y “consciencia de lo que es”.
La primera se refleja en estar “alerta”: sé y siento lo que soy (toma
de consciencia de lo que se es, de quien soy). Y la segunda, con el
“espacio”: mi ser es el espacio en el que surgen las formas del ahora
(toma de consciencia de lo que es, de lo que es la realidad). “Yo soy el
que soy” sintetiza esta doble perspectiva. Permanezco en alerta siendo y
sintiendo en el ahora mi ser verdadero y subyacente, eterno, inmutable.
Y constato cómo mi ser es la forma del momento presente, lo que explica
y en lo que se despliegan los contenidos cambiantes del ahora.
Nada es, por tanto, ajeno a mi Ser: ni mi Yo verdadero, pues es mi Ser mismo; ni las formas mutables del ahora continuo, pues yo soy el espacio en el que existen y se desenvuelven.
Al adquirir esta conexión con el Yo verdadero, no utilizo el ahora en
otra cosa que no sea para Amar. Y comprendo y acepto que tengo el 100
por 100 de la responsabilidad de todas las cosas que me ocurren y
suceden a mi alrededor y de la globalidad de las formas mutables del
momento presente, del ahora, de la vida. El pecado no existe, ni nadie
nos juzga, pero cada uno tiene la completa responsabilidad de su vida y
de los hechos, relaciones, encuentros y eventos que en ella se producen.
Este convencimiento estaba presente en antiguas culturas. Y en ese mismo
convencimiento se basa precisamente el ho´oponopono, que nos recuerda
que la vida es realmente una cadena de vidas físicas y que guardamos
en nuestra memoria trascendente, en el “disco duro” sutil de cada uno,
todos los pensamientos generados y experiencias acontecidas a lo largo
de la citada cadena vital. Son estos pensamientos (los plenos de Amor,
pero también los dolorosos y funestos) y experiencias (las llenas de
Amor, pero igualmente las carentes de él y que han causado daño a
nosotros mismos o a los demás) los que mantenemos en nuestro disco duro y
proyectamos hacia la dimensión superficial –formas y contenidos- del
momento presente y del mundo exterior, que es moldeada por nosotros
mismos a semejanza nuestra.
El
ho´oponopono proviene de tradiciones indígenas del Pacífico, en
general, y de la cultura hawaiana, en particular. Literalmente significa
“acertar el paso” o “corregir el error”. De acuerdo con arcaicas
creencias, el error proviene de experiencias dañinas y pensamientos frustrantes
desplegados en otras vidas y que se acumulan en la memoria donde
almacenamos nuestra existencia –cadena de vidas-. Esta memoria
trascendente, incluida la parte de la misma contaminada por tales
experiencias y pensamientos faltos de Amor, aflora y se manifiesta en
nuestra vida actual, reflejándose y explicando multitud de actos,
sucesos y circunstancias que vivimos y nos rodean. Ante esto, la
práctica del ho´oponopono nos enseña a que conscientemente agradezcamos a
nuestro Ser profundo las cosas bellas y hermosas que ahora vivimos
-cual modo de subrayar y poner en valor la parte (archivos del disco
duro) repleta de Amor que la memoria trascendente atesora- y
reconozcamos y asumamos como responsabilidad propia la totalidad de las
vivencias dolorosas del presente –cual forma de eliminar y borrar la
parte (archivos del disco duro) carente de Amor que la misma memoria
guarda-. De esta manera, ho´oponopono ofrece la posibilidad de
revalorizar los archivos con Amor y eliminar los sin Amor, liberando
la energía de experiencias y pensamientos cargados de daño y error que
son causa y origen de desequilibrios, desasosiegos, insatisfacciones,
enojos, enemistades y enfermedades.
El ser humano es una unidad energética y vibracional en la que
conviven tres gamas o modos vibratorios: Espíritu o Yo verdadero –en
terminología ho´oponopono, “Aumakua”, “Superconsciente” o Padre-; cuerpo
físico, con la mente y el intelecto como componente más desarrollado
–“Uhane”, “Consciente” o Madre-; y alma, que, junto al ADN sutil
(“células del alma”), almacena las experiencias acumuladas durante la
cadena de vida –en ho´oponopono se llama “Unihipili”, “Subconsciente” o
“Niño Interior” a esta conjunción de energía consciencial-.
Pues bien, éste último componente es el responsable de todo lo que
proyectamos desde nuestro disco duro hacia las formas del mundo
exterior. El Unihipili acumula los archivos de memoria, tanto de
esta vida como de las restantes de la cadena de vidas que recorremos en
nuestra encarnación en el plano humano; y lanza sus contenidos a las
formas del momento presente, moldeándolas a nuestra semejanza. Sin
embargo, el ser humano consciente está en condiciones de incidir sobre
esa memoria y los archivos para afianzar las experiencias y pensamientos
plenos de Amor –que se manifiestan en hechos positivos y hermosos de
nuestra vida de ahora- y eliminar los llenos de odio, frustración y
resentimiento –que se plasman en circunstancias y vivencias negativas y
dolorosas de la vida presente-.
¿Cómo hacerlo? Por medio del Uhane o Consciente, que es a quien
corresponde decidir que aceptamos al 100 por 100 la responsabilidad de
nuestra vida. Esta aceptación posibilita que trabajemos en el archivo
que haya generado la situación que nos afecta en la actualidad, en la
idea de que todo en nuestra vida nos llega para que borremos energías
perniciosas guardadas en la memoria trascendente o afiancemos los
archivos llenos de Amor que también atesora.
Comunicación con nosotros mismos
Para la puesta en práctica del Uhane con esta finalidad, debemos dejar a
un lado la racionalidad y el intelecto, confiar en nuestra dimensión
subyacente –Espíritu, Amor- y trabajar con las herramientas que el
ho´oponopono ofrece. Son sencillas y directas. La más fructífera
consiste en establecer una comunicación fluida y constante entre el
Uhane o Consciente y el Aumakua o Ser profundo.
Así, para fijar y potenciar en la memoria los pensamientos y experiencias de Amor, es suficiente con que desde el Uhane digamos “gracias” o “te quiero” a nuestro Ser interior
ante las cosas hermosas de nuestra vida cotidiana. Y para borrar los
pensamientos y experiencias sin Amor, basta con que digamos “lo
siento, perdóname por la parte de mí que ha creado esto y lo ha traído
aquí, lo ha puesto en mí o lo ha proyectado a otro o a los demás”. Y
recordando siempre que damos gracias o pedimos perdón a nosotros
mismos, no a alguien o algo ajeno a mí. No hay nada fuera que nos traiga
nada; no somos pecadores ni culpables; nadie nos juzga. Nuestro
Espíritu sólo nos pide que desde el Consciente digamos “gracias” o “lo
siento”. Creas lo que crees; y si Yo lo he creado, Yo lo puedo cambiar.
Esto es aceptar el 100% de responsabilidad de nuestra vida.
Ho´oponopono impulsa, por tanto, una comunicación consciente con nuestro
Ser interior para que éste tome el mando y afiance o borre, según el
caso, partes concretas de nuestra memoria trascendente. Y la respuesta
ante tal comunicación es automática, aunque no la proporciona el
intelecto, sino nuestra energía divina, a la que conscientemente dejamos
fluir y operar para recalcar o eliminar componentes de la memoria. El
intelecto y la mente no tienen capacidad para incidir en la memoria
trascendente: ni saben donde está ni conocen el archivo dañado. Por lo
mismo, tampoco debemos permitir que forjen expectativas sobre los
efectos e impactos de la respuesta que se produzca, pues el intelecto
carece de información para ponderar lo que determinada circunstancia
realmente nos reporta: hay situaciones negativas que evitan otras
peores, acontecimientos dolorosos que nos abren las puertas de la
felicidad o de la consciencia, etcétera.
Ni siquiera tengo que pensar qué archivos del disco duro son los que
deseo afianzar o borrar; sólo dar las gracias o pedir perdón ante los
avatares, situaciones y contactos de la vida. Nuestro Espíritu o Aumakua
conoce muy bien la parte de nuestra memoria que a continuación se debe
poner en valor o limpiar. No hay que saber ni pensar. Ho´oponopono es aceptar que hay una parte de mí que es más sabia.
Hay que aprender a confiar en uno mismo, en nuestro Ser interior;
mientras mayor sea la confianza, más intensa será la toma de mando por
parte del Yo verdadero. Y mejores resultados se obtendrán en el trabajo
con nuestra memoria trascendente.
Cuando confiamos, algo pasa, algo se transforma. Sólo tenemos que
“observar”. Y potenciar o limpiar constantemente, repitiendo las
palabras o frases y sabiendo que estamos impulsando el afianzamiento o
el borrado. Por las experiencias acumuladas en la cadena de vidas,
tenemos multitud de pensamientos y archivos dañados, así que hay que
borrar permanentemente hasta que llegue un momento en el que el
Unihipili o Niño Interior lo haga de forma automática. La elevación del
grado de consciencia facilitará la revalorización o eliminación de
archivos de manera natural; y en ese trabajo interior encontramos
nuestra verdadera Esencia.
Y asumir la responsabilidad íntegra de nuestra vida implica, igualmente, aceptar la responsabilidad por los pensamientos y acciones de las demás personas que aparecen en ella.
Lo cual, lejos de ser una rémora agotadora, es una magnífica
oportunidad, pues si soy responsable lo puedo cambiar. La gente que
llega a nuestras vidas y con las que nos relacionamos de un modo más o
menos familiar y estrecho no lo hace por casualidad, sino porque
compartimos archivos con Amor, sin Amor o de ambos tipos. Esto es lo que
nos une en la dimensión de las formas, pues en la dimensión subyacente
estamos unidos en la Esencia divina. Cuando son archivos dañinos, la
otra persona dirá cosas que nos molestan, realizará actuaciones que nos
causan dolor o padecerá enfermedades. Ante ello, lejos de contrariarnos y
reaccionar defensivamente o con agresividad, seamos conscientes de que no es sino una proyección de mí y ocasión para borrar tales archivos.
Así que digo “te quiero” o “lo siento, por la parte de mí que ha creado
esto y lo ha traído aquí o a ti” para desactivar el archivo
contaminado, que se eliminará no sólo para mí, sino también para el
otro. Quien toma la responsabilidad es el que borra.
A muchos les parecerá increíble, pero el camino más fácil es asumir la
responsabilidad completa de nuestra vida, incluidos todos los hechos,
circunstancias y personas que nos rodean; los pensamientos y actos
propios y los de aquéllos que se relacionan con nosotros. En todo lo
que llega y acontece hay que ver una preciosa oportunidad para que el
Ser interior coja el mando y potencie o limpie los archivos
(pensamientos, actos, experiencias,…) con o sin Amor, respectivamente,
guardados en nuestra memoria trascendente. La paz empieza en nosotros,
por lo que decir “gracias, te amo” es el mejor regalo que podemos
hacerle al mundo.
Ho’oponopono apoya la restauración del equilibrio y la armonía en la
persona y, a través de ella, de la Creación. Ayuda a que el ser humano sea permanentemente consciente de su Ser profundo,
desactivando el piloto automático del ego, generando paz y consiguiendo
que nuestros actos se basen en la inspiración. En este orden, hay que
diferenciar bien entre intuición e inspiración -términos que hemos usado
con reiteración a lo largo del texto-. La primera procede de la memoria
trascendente: algo que ya pasó puede volver a repetirse y la intuición
nos avisa (los sueños premonitorios son un exponente de ello). La
inspiración, en cambio, es algo nuevo, una guía que emana desde nuestro
Yo verdadero y nos ofrece algo novedoso para nosotros y para nuestra
vida.
Ho´oponopono va más allá de la Ley de Atracción porque no es posible
controlar todo lo que tenemos en el inconsciente, pero que, no obstante,
estamos proyectando y plasmando en nuestras vidas. Con Ho´oponopono se atrae lo que se agradece, lo cual coloca al Amor Incondicional en primer lugar.
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